Unos años despues.
— ¡Ay, mami! En serio, ¿cuánto tiempo más vas a estar allí?
—Volvemos, María. — Respondió Olivia — Estaremos de vuelta en una semana.
— ¡No te lo puedes perder! Me lo prometió. — Olivia sonrió imaginando el puchero gigante que debía estar haciendo su hija al teléfono — Ni tú ni papá.
— Prometimos que no nos lo perderíamos, ¿no? — ella preguntó.
— Sí.
— Entonces confía en mí, mi amor. Nunca rompí ninguna promesa. Ni yo ni tu padre. Así que no será ahora que rompamos nada.
— Bien. — ella olfateó.
—Olivia, tenemos que irnos. — Diego se acercó a ella entregándole el billete — ¿María?
Ella saludó.
— Cariño, pronto llegaremos a casa. Espero verte con un vestidito rosa cuando lleguemos al aeropuerto la próxima semana. — Provocó Diego.
Diego y Olivia se miraron y contuvieron la risa, esperando la respuesta de la niña.
— Es más fácil para Raphael usar un vestido rosa que para mí, papá. — siseó la chica, haciendo que los dos se miraran nuevamente y ahora contuvieran una risa.