La noche llegó silenciosa, como un velo oscuro cubriendo los últimos vestigios de luz. El viento frío sopló entre los árboles altos, haciendo que las hojas danzaran en un susurro inquietante. El pequeño campamento improvisado quedaba protegido entre dos grandes rocas, con ramas formando una fogata discreta que apenas alejaba el frío, pero traía cierta sensación de seguridad.
River se sentó con las piernas cruzadas frente al fuego, observando las llamas como si viera algo en ellas que Lyra no podía alcanzar. Ella lo observaba en silencio, sentada un poco apartada, con las manos extendidas hacia el fuego para calentarse.
—La vida cambió demasiado —murmuró River de repente, sin apartar la mirada del fuego—. Parece otro mundo… como si hubiera despertado en un lugar que ya no me reconoce.
Lyra acomodó la manta fina sobre sus hombros.
—¿Por qué dices eso?
Tardó en responder. Cuando lo hizo, su voz salió arrastrada, como si revivir algo antiguo fuera demasiado doloroso.
—En mi época… los h