—Entonces entre los esclavos debe existir una bruja o un brujo potente. Esas no son manifestaciones de Dios.
—Realmente no lo sé, pero estas manifestaciones no vienen de ahora; Guillermo, lo que te voy a contar es delicado y no puedes decírselo a Rodolfo.
—¿Qué sucede, Estefanía, acaso sabes algo que él no sepa?
—Sí, hace poco encontré un diario y no sabes cómo me ha perturbado.
—¿Un diario? —Repitió escéptico—. ¿De quién? ¿Es de doña Ana?
—No era de ella, pertenecía a su esposo Antonio. Y no me pidas que te cuente cómo lo encontré, solamente sucedió y ya.
—Está bien, no lo haré, pero ¿qué dice que te perturbó tan