REINA DEL MAR. CAPITULO 51. La traición
Llego al punto de encuentro en el otro extremo de la ciudad. Isaías me espera junto a su camioneta, con varios de mis hombres detrás de él. Son un muro de rostros serios, preparados para la guerra, y no puedo negar que después de tanto tiempo, eso me sigue tranquilizando.
La guerra es mi estado natural, y ya comprobé lo que puede pasar cuando abandonas tu estado natural.
—Aquí lo tienes —dice Isaías, señalando al suelo mientras me bajo de la camioneta y mis ojos van a la figura no muy sangrante que está de bruces en el piso.
Y la categoría de “no muy sangrante” es porque solo he permitido que le rompan la cara, pero nada más. Para lo que quiero hacer con él, lo necesito sano.
Brad está atado de pies y manos, sucio, con la cara hinchada de tantos golpes. Apenas puede levantar la cabeza para