REINA DE HIELO. CAPÍTULO 9. Cueste lo que cueste
REINA DE HIELO. CAPÍTULO 9. Cueste lo que cueste
No sé cuánto tiempo me quedo dormida, pero cuando abro los ojos, lo primero que veo es el techo blanco de la habitación. La luz es suave, como si alguien hubiera tenido la decencia de cerrar las cortinas para no quemarme la cara con el sol. Me incorporo un poco y entonces lo veo: Viktor, sentado junto a la cama, con un portátil abierto y los ojos clavados en mí como si estuviera esperando que me despierte desde hace horas.
—Buenos días, bella durmiente —dice con voz baja, como si fuera algo íntimo—. Dormiste casi todo el día.
—¿Sigo viva? —mi voz suena más rasposa de lo que esperaba.
—De momento. Pero no m e hago responsable de lo que te haga sobre esa cama si no sales de ella.
Parpadeo, todavía confundida. Entonces recuerdo: el edificio, los hombres, el ácido, el golpe… la voz de Viktor gritándole a alguien que si me tocaban estaban muertos. ¡Mierd@!
Me reincorporo un poco más y me fijo en él. Bañado, relajado, con un pantalón de algod