REINA DE HIELO. CAPÍTULO 22. Un romántico de closet
REINA DE HIELO. CAPÍTULO 22. Un romántico de closet
Me quedo parada en la puerta del gimnasio con el alma en los zapatos. No porque me duela algo, sino porque estoy tratando de no parecer una acosadora profesional, pero vamos, que es un poquito difícil. Voy a tener que hacer uso de los privilegios ilimitados de mi contrato para venir más seguido a “estirar las piernas”… una a la izquierda, la otra a la derecha…
—Gobiérnate, Almita, que te traiciona la sinvergüenzura… —me digo a mí misma pero esa auterreflexión no sirve de mucho teniendo delante al desperdicio de actor porno este.
El gimnasio huele a desinfectante caro, goma y testosterona. El único sonido que se escucha es el de un saco de boxeo recibiendo una paliza. Bum. Bum. Bum.
¡Y ahí está él, damas y caballeros!
Sin camisa, en pantalón de deporte, y sudando como en un anuncio de esos donde los hombres se echan por toda la cabeza la botella de agua de la publicidad. ¡Que se le echa, que se la eche…!
Me quedo congelada como si me