Mundo ficciónIniciar sesiónLa biblioteca había caído en un silencio tan denso que el tic-tac del reloj de péndulo resonaba como martillazos contra las paredes forradas de libros. Danna sintió el peso de cinco pares de ojos sobre ella, cada mirada cargada de expectativas diferentes. Liam se inclinaba hacia adelante en su silla, los nudillos blancos donde aferraba los brazos del sillón de cuero. Stephano permanecía inmóvil junto a la ventana, pero la tensión irradiaba de su cuerpo como calor de un hierro al rojo vivo. Valentina había entrelazado las manos sobre su regazo, la determinación grabada en cada línea de su rostro. Igor mantenía esa expresión de frialdad profesional que había perfeccionado durante años de operaciones militares, pero sus ojos grises no se apartaban de ella. Sophia había dejado de escribir en su libreta, el bolígrafo suspendido en el aire como si hubiera olvidado c&oacut







