No puedo decir cuánto tiempo llevo aquí contando sus pestañas, pude haberlo sabido si la puerta no se hubiera abierto.
— ¿Qué haces aquí Brenna?
Rápidamente me levanto.
— Y-o... yo solo, ya estaba por irme — digo nerviosa yendo por mis cosas.
Dagan recorre media habitación hasta sentarse en el sillón vacío. Se queda observando el suelo con toallas hasta detenerse en River.
— Lo sabes verdad — me detengo guardando mis cosas en la mochila.
No, tú lo sabes.
— Tú no pensabas decírmelo. — respondo.
— Brenna... tenía miedo.
— ¿Miedo? ¿Miedo de qué?
— De que te fueras — me mira —. A nosotros nos quieren, tal vez muertos. No somos alguien con quienes deberías estar.
— ¿Crees que eso será suficiente para alejarme?
Dagan no contesta, solo baja la cabeza y suelta la respiración que parecía tener contenida. Dejo la mochila y me siento a un lado de él.
— No me iré, soy