La lluvia comenzó a caer, todo cruje alrededor; sin embargo, no se filtra el agua. Estamos sentados, aunque el espacio es reducido logramos adaptarnos.
— De todos modos, ¿qué hacías afuera sin impermeable o paraguas? — pregunta con el ceño fruncido.
— Solo buscaba flores — contestó tímidamente.
Sé que me arriesgo por algo que puede parecer tonto en Luviana. Pero, no me cuestiona. Recargo mi barbilla sobre mis rodillas y suelto un suspiro.
— Tranquila, la lluvia se detendrá y podremos irnos.
— ¿Y si no lo hace?
— Pues nos quedaremos aquí, tienes suerte de que supiera de este lugar.
— Yo también lo sabía. De niña tuve que esconderme aquí — corrijo —, en realidad fue por culpa de un niño.
Se ve dirigir mis palabras y me mira con una mirada, ¿sorprendida?
No estoy muy segura.
— Detente, deja de mira