51. Alexander
Desde donde estaba, Casandra podía ver a su madre a través del cristal, y por su expresión corporal, parecía estar disfrutando con lo que le decía a su novio. Se censuró a sí misma por darle aquel apelativo, pero en cuanto notó que él se ponía pálido, su lado sobreprotector salió a flote.
Y en eso se había convertido desde anoche: en su novio, su pareja. Ahora de forma oficial.
Además, conocía de sobra la habilidad de su madre al menospreciar a cualquiera sin perder los estribos, por lo que estaba indecisa entre darles espacio para aclarar el tema que tenían en común o, intervenir y alejarlo de ella.
Después de todo, no sería el primer pretendiente en salir corriendo después de conocer a sus padres. Sobre todo, si tomaba en cuenta la terrible historia que compartía él con su madre. Era verdad que la noche anterior se negó a propósito a pensar en ello, pero era evidente que el momento de enfrentarse con una decisión que no le pertenecía había llegado.
Odiaba el hecho de que su madre tu