Capítulo 55

Elara miró a su alrededor, inquieta. La biblioteca estaba en silencio, demasiado silencio. Keith y Caroline ya no estaban.

—¿Dónde se metieron? —preguntó, girándose hacia Duncan.

Él frunció el ceño, escaneando la sala con la mirada.

—No los vi salir. ¿Quizá fueron al jardín?

—No creo. Caroline no se iría sin decir nada. Y Keith… —Elara apretó los labios— no suele desaparecer sin motivo.

Buscaron entre los pasillos de estanterías, llamaron sus nombres en voz baja, pero no hubo respuesta. Solo el eco de sus pasos y el susurro de las páginas dormidas.

Duncan se detuvo junto a una escalera de madera que conducía a un entrepiso lleno de libros antiguos.

—¿Y si hacemos nuestro propio tour? —sugirió, con una sonrisa suave—. Algo más íntimo. Solo tú y yo.

Elara lo miró, dudando. Pero asintió.

—Está bien.

Subieron juntos, y al llegar al entrepiso, Duncan se volvió hacia ella. La luz que entraba por los vitrales teñía su rostro de ámbar. La tomó de la cintura con delicadeza, y la besó.

Elara re
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