Frente a él se encontraba una fuente donde se podía ver el reflejo de la luna y al mirarla fijamente, Eroth descubrió qué en el interior del agua había algo, un arma o al menos así solía suceder cuando un nuevo discípulo llegaba a la montaña. La luna siempre les otrogaba espadas y también armaduras, dependiendo de su personalidad y carácter, pero en esa ocasión lo que se materializo en el interior del agua no fue nada de eso, sino que al meter la mano en el agua saco un abanico.
—¿Qué significa esto?—le pregunto a la luna elevando la vista hacia el cielo nocturno, pero como siempre la luna se quedo en silencio. Dudoso y desconcertado, se dio media vuelta llevando consigo aquel extraño objeto qué era más que obvio era para uso femenino, no obstante, él no aceptaba mujeres en su montaña, precisamente para evitar la desconcentracion qué sus discípulos podían sufrir por causa de una mujer.
Al pie de la montaña, se encontraba dos eternos poco importantes o al menos así debían lucir para ev