Capítulo 45

Elara no podía esperar a que Duncan saliera de la ducha. El sonido constante del agua era un recordatorio insistente de su propia mentira y de la intimidad que, de repente, le era insoportable. El miedo a que él saliera, la viera, y con un simple abrazo o un beso intentara reanudar la vida que habían dejado, era una carga que no podía soportar. Ella sabía que, si se quedaba un minuto más en esa suite, su máscara se rompería en pedazos.

Salio fuera de la habitación con cautela, moviéndose rápidamente. El pasillo estaba silencioso, aunque sus movimientos eran rígidos porque su cuerpo aún sentía el ardor del hielo y la humillación. El pasillo principal, con su alfombra lujosa y sus techos altos, se sentía inmensamente largo y vacío, cada paso un eco de su traición. Decidió bajar al comedor y sentarse esperando tener un poco de paz, de Keith e incluso de Duncan, al menos ahí, podría pensar con claridad, algo que no había hecho desde que había llegado a ese sitio.

Mientras avanzaba, notó
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