Elara sonreía alegre mientras observaba las fotografías de Duncan. No solo había sido un niño alegre, sino también muy travieso. En casi todas las fotografías tenía alguna vendita que cubría algún raspón en las rodillas o en los nudillos de las manos, pero justo al pasar a la siguiente página del álbum de fotografías, encontró una fotografía de un chico mayor, no tan parecido a Duncan, porque ese niño tenía el cabello negro y bien peinado, su ropa no estaba sucia, sino que estaba bien vestido e incluso usaba corbata. Era un niño que no parecía tener infancia.
—¿Quién es él?—pregunto Elara finalmente alzando la mirada hacia la señora Grace. Grace se acercó a ella para espiar un poco la fotografía y lo reconoció. —Es el hermano de Duncan, se llama Keith, es su hermano mayor—explicó levantándose de su lugar para volver al estante donde había fotografías familiares. Al fondo estaba un álbum de color marrón con detalles en cuero negro. Grace lo había visto una vez, cuando su esposo le había hablado de su hijo mayor, a quien en todo ese tiempo jamás había visto. —¿Hermano? —cuestiono Elara algo desconcertada mientras veía a Grace volver con otro álbum de fotografías en la mano—no sabía que Duncan tenía un hermano. —¿No te lo dijo?—cuestiono Grace sentándose junto a ella para darle el álbum que tenía en letra manuscrita el letras doradas el nombre de Keith. —No—la voz de Elara sonó algo confundida. Habían estado juntos durante un año y medio, seis meses como compañeros de trabajo y un año como pareja y en ningún momento había mencionado a su familia, aunque luego de ver el hermoso castillo donde su familia vivía, entendió que había cosas que tal vez Duncan había omitido mencionar a propósito. —Debe ser porque no tienen la mejor relación o al menos eso creo. Cuando se menciona a Keith en esta casa, todo el mundo se queda en silencio, parece que nos les gusta mencionarlo—expresó Grace con el fin de advertirle lo que ella misma había sufrido algunos años atrás cuando intentaba agradarle a Duncan. Al llegar pensaba que Duncan era el único hijo, pero con el tiempo descubrió que no era así, las amistades de su esposo solían preguntar por él y lo único que él respondía era que Keith estaba en Dubai, trabajando o de viaje con sus amigos, pero al mudarse a casa, nunca supo de ninguna llamada o algún correo. Para Grace, Keith era un fantasma que solo se mencionaba cuando alguien ajeno a la familia lo hacía, pero entre ellos era muy raro. —¿Y sabe por qué?—pregunto Elara mientras su dedo rozaba el nombre de Keith como si su existencia fuera un secreto que quería intentar revelar —No lo sé—respondió Grace, aunque lo había intentado, pero se dio cuenta de que su esposo se molestaba si hacía preguntas que involucraba a su hijo mayor. Por un tiempo pensó que su hijo había hecho algo humillante, algo que valía su indiferencia y su enfado, pero cuando él hablaba de su hijo ante una amistad, se mostraba orgulloso, lo cual era muy confuso para ella. Elara abrió el álbum. Las primeras imágenes mostraban a un pequeño bebé en manos de una hermosa mujer de cabello rojizo. —Ella es la madre de Duncan y Keith—menciono Grace a su lado. Hablar de ella no le molestaba, ya que nunca la había conocido y su nombre no significaba nada para ella, aunque sí respetaba su memoria, más por su esposo y por Duncan, que porque ella le tuviera algún tipo de respeto.Elara la admiro un momento, se dio cuenta de que Duncan y ella compartían muchas similitudes, como por ejemplo el color de cabello, solo que Duncan lo tenía un poco más claro que su madre, tenía su nariz y quizás su sonrisa. Continuo pasando la página y con las siguientes fotografías que observo, se dio cuenta de que Keith era muy diferente a Duncan, él siempre estaba bien vestido, aunque con una mala cara, quizás no le gustaban las fotografías o vestirse como lucia en esas fotografías. A diferencia de Duncan, parecía que la infancia de Keith había sido planificada para ser el hijo perfecto y eso, le dio cierta pena a Elara, porque de ser así, ese niño, seguramente fue alguien muy solitario.
Elara siguió pasando las páginas, hasta llegar a la adolescencia de Keith, había estudiado en un internado para niños, uno que era muy tradicional en cuantos a usos y costumbres de escocia. Había muchas fotografías de Keith usando un Kilt escocés, así como participando en juegos deportivos tradicionales usando la misma falda escocesa como el lanzamiento de caber o el lanzamiento de fardo.
Keith a sus diecinueve años ya gozaba de un cuerpo atlético a diferencia de Duncan, quien tenía un cuerpo un poco más delgado. Elara paso las páginas, como si estuviera viendo en cada fotografía, la vida del hermano de su prometido y cada una de ellas, le dejaba una pregunta que tal vez nunca tendría respuesta: ¿Quién es él?
En las últimas páginas, había fotografías de Keith y Duncan juntos practicando remo y lanzándose bolas de nieve, parecía que ambos tenían una buena relación, aunque Elara no pudo armar el rompecabezas del cómo esa relación se había roto porque el álbum termino con la fotografía de la graduación de Keith de la universidad y en ella estaba un Duncan joven con una gran sonrisa junto a su hermano.
—Quizás pueda venir para la boda— menciono Elara, no tan segura de que eso fuese posible, ya que no sabía cuál era el motivo, del porqué ambos hermanos estaban separados, pero quizás, si se lo proponía, lo averiguaría pronto.
Elara cerro el álbum y se lo entrego de vuelta a Grace para que lo devolviera a su lugar, conversaron un rato más sobre las expectativas que Elara tenía para la boda y aunque ella aún no había pensado en nada, Grace estaba dispuesta a ayudarla en lo que necesitara y aunque ella no era la madre de Duncan, lo apreciaba mucho como para ofrecer su ayuda. Elara se sintió a gusto en compañía de Grace, incluso ambas fueron a la habitación que Duncan y Grace compartirían en su estancia en ese lugar, pensaban pasar todo el verano, no solo para convivir con la familia de Duncan, sino para planear la boda porque Duncan había sido ascendido de puesto, ahora era el editor en jefe y lo trasladarían a la oficina central de la compañía, es decir, se mudarían a estados unidos y querían casarse antes de irse y tenían tres meses antes de que eso ocurriera.
Mientras ambas mujeres conversaban sobre ideas para la boda, Duncan apareció por la puerta de la habitación, parecía algo distraído.
—¡Oh! Aquí están—expreso Duncan mirando a las dos mujeres que disfrutaban de la brisa que entraba por la ventana de la habitación. En escocia hacía bastante humedad, por lo que la servidumbre tenían que ventilar los espacios para que no se impregnara el olor a humedad y días como ese, tan soleados, eran perfectos para la labor.
—Tranquilo, traje a tu novia sana y salva— bromeo Grace mientras se reincorporaba para irse.
—Pensé que estaba perdida. Este lugar parece un laberinto, yo mismo me perdía de niño— bromeo Duncan, aunque eso no era del todo mentira.
Grace soltó una carcajada y paso al lado de Duncan poniendo una mano sobre su hombro.
—No lo dudo— le dijo con una sonrisa antes de retirarse para dejarlos solos.
Duncan no lo dudo ni un momento, solo abrazo a Elara, sin explicarle nada, parecía estar un poco alterado, como si la conversación de su padre no hubiera sido del todo agradable y Elara lo noto. Su cuerpo tembló por un momento en sus brazos y ese ligero espasmo, causo que Elara, se apartara un poco de sus brazos para mirarlos a los ojos.
—¿Todo está bien?—cuestiono sin apartar la vista, buscando en su expresión signos que le revelaran la verdad.
—Por supuesto, pequeña—expreso mencionando su apodo mientras la devolvía a su pecho como si quisiera protegerla de algo o quizás como si ella pudiera protegerlo a él.
Elara quiso, preguntarle, tenía la pregunta en la punta de la lengua, pero no pudo hacerlo, quizás porque tenía miedo de que Duncan le mintiera solo para protegerla. Así que guardo silencio mientras la brisa movía las cortinas de la habitación. Duncan la beso, no un beso apasionado que la invitara a terminar en la cama, pero sí uno que anhelaba su cariño.
Cerca de las seis de la tarde, ambos se alistaron para la fiesta, los invitados los esperaban y Elara estaba ansiosa de conocer a los amigos de su familia. Para la celebración, ella había elegido un vestido verde que realzaba el color de sus ojos y el rojo de su cabello, y cuando Duncan la vio, se quedó detrás de ella contemplándola mientras la observaba colocarse un par de pendientes de perlas que pertenecían a su abuela.
—Te ves hermosa— dijo Duncan aproximandose a ella, colocando sus manos sobre sus brazos para besar su hombro, luego aparto su cabello y logro besar parte de la piel de su cuello. Se sentía afortunado y ansiaba poder casarse con ella para irse lejos, donde el pasado no pudiera alcanzarlos.
—Basta, amor— dijo Elara con una sonrisa traviesa— los invitados nos esperan.
—Los invitados pueden seguir esperando— dijo Duncan, obligándola a girar hacia él para aprisionarla entre sus brazos y su cuerpo, pero Elara ya conocía sus trucos, así que evadió sus brazos con facilidad, burlándose de Duncan por no ser tan rápido.
—Tenemos toda la noche para eso, pero por ahora, debemos irnos— le advirtió Elara con una sonrisa llena de complicidad, una que Duncan no podía ignorar si esos eran sus deseos, así que solo suspiro, negó con la cabeza y doblo el brazo para indicarle a Elara que lo tomara porque era hora de marcharse
Ambos caminaron, Elara con nerviosismo y Duncan tratando de calmarla, aunque por dentro, él también llevaba su propia tormenta. Una que, tan solo por esa noche, intentaría olvidar.
Justo cuando ambos llegaban al jardín, los invitados comenzaron a aplaudirles para celebrar su compromiso. Ambos sonrieron, aunque Elara se ruborizó al recibir tanta atención, era algo a lo que no estaba acostumbrada, pero ya que estaba con Duncan, sintio que la vergeunza era nada si estaba con él, eran una pareja totalemnte enamorada.
Todo el mundo esperaba que Errol Fraser diera un par de palabras para celebrar el compromiso de su hijo, asi que guardaron silencio mientras alguien le daba el microfono para que todos escucharan, pero justo mientras fingia una sonrisa y se llevaba el microfono cerca de los labios, algo lo detuvo.
Su rostro palidecio como si hubiera visto un fantamas. No dijo nada mientras observaba al frente. Duncan se extraño, asi que miro justo en la direccion en que lo hacia su padre y entonces lo vio. Era distinto, quizas mas alto o quizas solo era su presencia oscura lo que causaba que se viera atemorizante. Se trataba de Keith.
Él caminaba en su direccion desde la parte trasera del jardin, cruzando las mesas hasta llegar al centro de la pista. Algunos lo reconocieron al instante, otros simplemente lo miraron, esperando que alguien le dijera algo. Hubo un silencio sepulcral mientras Keith se acercaba a su familia, sin apartar la mirada de su padre, como retandolo con ella, pero tan solo unos metros antes de llegar a él, se detuvo y cambio de direccion hacia Duncan. No lo penso dos veces, simplemente llego y lo abrazo, pero al hacerlo, le dijo algo al oido que causo que Duncan palideciera.
—¿Disfrutaste de mi libertad?— susurro Keith con veneno en sus palabras, mientras le daba un par de palmadas fuertes en la espalda. Duncan no dijo nada, se quedo inmovil mientras Keith giraba hacia Elara, solo basto un segundo para que él sonriera con cierta malicia y tomara su mano para besarla y decirle— Bienvenida a la familia.
Sus palabras no eran malas, pero Duncan vio negras intenciones en ellas, en como la miraba, como si deseara devorarla o mejor dicho, como si quisiera vengarse de él, a tráves de ella.