Capítulo 1

—¡Duncan! ¡Por dios! ¿Qué es esto?—dijo Elara mientras se llevaba las manos al rostro para ocultar su asombro. Estaban frente a un hermoso castillo escocés en la colina, desde la cual se podía ver un hermoso bosque a la distancia, al igual que hermosas praderas con una tonalidad verde, que parecía sacado de una película.—¿Por qué nunca me dijiste que tu familia era...?

—¿Rica?—completo Duncan con una sonrisa mientras bajaba el equipaje del taxi.

—Sí, eso— dijo Elara con las mejillas iluminadas con un tono rosado cálido, un tono que le daba cierta belleza a su piel clara. Elara era demasiado tímida y también muy educada como para hacer mención sobre el nivel socioeconómico de alguien, sobre todo de Duncan.

—Mi padre lo es, yo solo soy un publicista—dijo bajando la última maleta. Mirando el castillo con cierta melancolía y al mismo tiempo con alegría.

Elara tomo dos maletas, las más ligeras para caminar lo que restaba del camino, una subida no muy inclinada, pero a la cual no había acceso debido a un enrejado que rodeaba toda la casa y Duncan no quiso que el conductor del taxi entrara en los terrenos del castillo, no cuando a su padre le importaba mucho la reputación de la familia. 

Elara camino detrás de Duncan, a pesar de que sus maletas no pesaban y su paso debia ser más ágil, pero Elara no era muy atlética. A la distancia, los observo el ama de llaves, quien enseguida aviso al mayordomo de la casa y a la servidumbre que estaba cerca del vestíbulo.

Luego de llegar al enrejado, un empleado les abrió la puerta y aunque se ofreció a llevar las maletas, Duncan era rente a la casa había un jardín, decorado por arbustos bien podados, algunos árboles enanos y algunas piedras antiguas que pertenecían el viejo castillo que había sido derrumbado algunos siglos atrás. El lugar era hermoso ante los ojos de Elara, ya que lo más parecido que había visto, había sido un parque a tan solo unas manzanas de distancia de donde se encontraba su empleo.

—¿No pudiste decirme al menos como debia vestirme para conocer a tu padre?—expreso Elara, quien antes de saber que su prometido provenía de una familia rica ya estaba bastante nerviosa.

—Tu atuendo es adecuado, no te preocupes—dijo Duncan, feliz mientras de reojo observo la ropa de su prometida. Llevaba un vestido de un blanco puro, se sujetaba por unos tirantes delgados que enmarcaban sus hombros. La parte del pecho, fruncida con delicadeza, le daba un toque romántico. La cintura se ajustaba a la perfección antes de que la falda, con una caída fluida, se abriera en una elegante campana que terminaba a la mitad de su pantorrilla. Era una obra de arte en tela

El clima favorecía a Elara, ella era una chica delgada, pero de singular belleza, aunque muy propensa a enfermarse. Una extraña cualidad que le atraía a Duncan, tenía la necesidad de protegerla de todo, incluso del mismo viento helado que solía haber en escocia, pero justo ese día, el clima era perfecto para ella, con el sol, su cabello pelirrojo parecía fuego y tenue brisa lo levantaba causando que ese fuego bailara con ella.

Mientras se acercaban a las escaleras, los empleados de la casa empezaron a salir y formarse en fila para recibir al joven Duncan y su prometida. Al otro lado de la casa, ya estaban por terminar los preparativos de la fiesta de bienvenida para ambos.

La madrastra de Duncan era una mujer carismática, alegre y le fascinaban las celebraciones, así que no dudo en planificar una fiesta para la feliz pareja, a pesar de que Duncan había insistido en que ellos estaban muy bien sin una, sobre todo porque Elara era muy tímida y aunque se desenvolvía muy bien el trabajo para socializar, en su vida privada, era muy diferente. Elara solo tenía una amiga en la que podía confiar su propia vida, pero era alguien que había conocido en su infancia, antes de que sus padres fallecieran, así que sabía que una fiesta, para ella, sería complicado si no conocía a nadie más que a él.

—¡Señora Mackenzie!—expreso Duncan al ver al ama de llaves recibiéndolo con una sonrisa. Duncan dejó las maletas en el suelo y enseguida subió los peldaños restantes para saludarla con un fuerte abrazo.

Duncan siempre había sido un chico bastante expresivo y cariñoso, pero esa cualidad había aumentado algunos años atrás, como si hubiera aprendido a apreciar más a las personas que lo rodeaban.

Elara lo observo con atención. Para ella no era extraño que Duncan fuera tan alegre con las personas, todo el mundo lo quería por ese motivo, aunque no pensó que su familia, la cual parecía ser distinguida, le permitieran tener una buena relación con los empleados.

—¡Señor Duncan, sea usted bienvenido!—expreso la mujer que tenía ya varios años trabajando para su familia. Ella había visto dar los primeros pasos del joven amo, lo había visto crecer e irse de casa para hacer su propia vida. No podía creer que regresara con una mujer tan hermosa junto a él y que esa mujer llevara el anillo de la madre de Duncan.

Duncan saludó a los demás empleados solo con un gesto con la mano y luego entrelazo sus dedos con los de Elara para llevarla al interior. 

Al cruzar las puertas, la grandiosidad del lugar abrumo a Elara. El gran vestíbulo tenía un techo abovedado tan alto que las voces se perdían en ecos, con armaduras relucientes montadas en las paredes, como guardianes silenciosos. El aire era pesado, una mezcla de humedad, madera vieja y quizás a libros antiguos. El aroma que Elara percibió solo era una prueba de lo viejo que era ese lugar, pero lo bien que se conservaba a pesar de los años.

—¿Y mi padre, señora Mackenzie?—cuestiono Duncan mirando alrededor, había empleados caminando, llevando arreglos florales de diferentes tamaños, lazos y sillas blancas, como si la fiesta fuese en realidad su boda.

Duncan supo que su madrastra había ignorado sus peticiones, pero era demasiado bueno como para quejarse, al fin y al cabo aquella fiesta era tan solo una demostración que cuanto lo apreciaba y era cierto. La madrastra de Duncan, Grace, se había casado con su padre apenas unos tres años antes, así que había sido muy amable para ganarse su cariño a pesar de que no hacía falta.

—En su oficina, está en una video llamada con la junta directiva, señor—expreso el ama de llaves. Duncan torció levemente los labios, inclino un poco la mirada, pero no hizo ningún comentario.

Elara lo noto, pero imagino que tal vez lo que a Duncan le molestaba era que no pudiera presentarle a su padre justo en ese momento.

—Cuando salga. ¿Puedes avisarle que llegamos?—expreso Duncan soltando un poco la mano de Elara para besar la frente del ama de llaves.

Después de eso, Duncan tomo la mano de Elara y ambos caminaron siguiendo un amplio pasillo que los llevo por el lado lateral de la casa, en donde había un gran ventanal que tenía acceso a esa hermosa vista que a Elara le había fascinado.

—Debiste ser un niño muy feliz en esta casa, mira esa vista—menciono Elara sin apartar la vista, pero Duncan solo apretó un poco la presión del agarre de su mano.

Duncan recordaba que ese ventanal no estaba cuando era más pequeño, su padre lo había hecho para su madre, para que ella pudiera ver el paisaje sin tener que salir de casa, era alérgica al cardo silvestre que crecía en los alrededores, así que solo de ese modo, podía ver su amada escocia sin tener que sufrir.

Duncan aún tenía un vago recuerdo de su madre mirando por ese ventanal, como si fuera un pequeño pájaro en una jaula, pero esa jaula la protegía porque la libertad, era peligrosa para ella. Elara le recordaba en cierta forma extraña a su propia madre, a lo delicada que era y también tenía esa extraña necesidad de protegerla. 

Al llegar al otro extremo de la casa, Duncan se llevó la mano hacia el rostro, para ocultar su vergüenza, porque había varias mesas en el jardín, una pista de baile, adornos y flores por todos lados, y en medio de todo eso, estaba Grace, como toda una planificadoras de eventos.

—¿Grace?—dijo su nombre y cuando ella giró en su dirección, extendió los brazos como si ella fuera su madre. 

Duncan soltó a Elara por un momento y enseguida abrazo a Grace.

—Temía que no pudieran llegar a tiempo— expreso con una amplia sonrisa, feliz de ver a Duncan—¿Dónde está ella?

Duncan sonrió complacido de que tuviera curiosidad por su Elara, así que extendió la mano hacia ella, para que se acercara y Elara, sonrió tímidamente, acercándose hacia ellos.

—Ella es Elara Campbell, mi prometida—expreso Duncan con orgullo y Grace estrecho su mano con delicadeza, la observo con atención. Era hermosa, de facciones delicadas y de movimientos gráciles, además de una sonrisa agradable. Enseguida entendió por qué Duncan  la había elegido como su futura esposa.

—Es un placer, mi nombre es Grace Fraser—expreso, alegre, aunque siempre imagino que la mujer ideal para el, sería una chica más alegre, alguien que iluminaba una habitación al llegar, pero Elara parecía tener una belleza escondida que ni a Duncan le había mostrado todavía.

Grace era una mujer sensible, sabia juzgar a las personas por su primera impresión y la que Elara le había dado era buena, de hecho, le recordaba mucho a las leyendas de mujeres hermosas que había escuchado en su infancia. Muy hermosa, sí, pero quizás no exactamente la mujer que imagino para Duncan.

—Muchas gracias por recibirnos— dijo Elara con las mejillas enrojecidas, algo que hizo sonreír a Duncan, pero no hizo ningún comentario, porque sabía que podía incomodar a Elara.

—No sabes cuanto me alegro de que Duncan nos diera la noticia de que se habían comprometido, así que desde ese día, hice los preparativos para recibirlos. Es una fiesta sencilla, pero espero que sea de su agrado.

—¿Con qué sencilla?—bromeo Duncan mirando alrededor, por lo menos debía haber espacio suficiente para 100 invitados.

—Disculpen la demora—dijo una voz masculina mientras se acercaba al grupo. Era el padre de Duncan, Errol Fraser. Su voz causa que Elara girara en su dirección.

El hombre tenía algunas canas a los costados de su cabello, era alto, aunque delgado, tenía un par de arrugas  en los ojos y también en la unión de la nariz con la frente. Elara no dudo que en su juventud aquel hombre había sido atractivo, pero con el paso de los años, aquella belleza se había perdido.

—¿Como estuvo su viaje?—cuestiono Errol mirando a Elara con sumo interes, entonces Duncan se aproximo a ella.

—Excelente papa—respondio y entonces se aclaro la garganta para presentarle a su prometida— Ella es mi prometida, Elara.

El hombre le extrecho la mano de forma delicada, pero su sonrisa no era del todo alegre, de hecho, parecia preocupado.

—Un placer— dijo y luego miro a Duncan con cierta seriedad.

—¿Podemos hablar en mi oficina?—cuestiono su padre haciendose a un lado para que su hijo le acompañara.

Duncan asintio, pero tanto Elara como Grace intuyeron que algo no habia salido bien. Grace penso que no era por la chica, sino por otra situacion que opacaba la llegada de Duncan con su prometida y eso le preocupaba porque no queria que la fiesta de esa noche se arruinara.

—¿Sucede algo malo?— cuestiono Elara, intuyendo que tal vez no le habia agradado al padre de Duncan, pero Grace sonrio.

—No te preocupes, ha estado asi toda la semana, deben ser cosas del trabajo— expreso Grace tomando la mano de Elara para llevarla al interior de la casa y quizas, mostrarle fotos de Duncan cuando era pequeño, para hacerle olvidar aquel mal rato, pero sin duda ella misma, cuando tuviera tiempo, averiguaria que era lo que estaba pasando.

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