—Gaby —musita.
—No —La detienen—. Si no es reciproco, no quiero oírlo.
Se da media vuelta y se aleja del cuerpo de ella, haciéndoles notar a ambos la pérdida del calor de sus cuerpos unidos.
—Gaby —lo llama, girándose para seguirlo.
—No importa, Noe —entona acomodándose la ropa.
—Gabriel —vuelve a intentar.
—Se hace tarde —se limita a decir y sale de la habitación dejándola sola, fría y desconcertada.
El joven camina hasta la cocina, abre el refrigerador y saca una cerveza, la cual abre con el borde de la mesada y se lleva a la boca dándole un largo sorbo donde casi se toma la mitad de la botella de una sola vez. Noe, ya vestida con una mini roja y un top negro, entra a la cocina manteniendo una distancia prudente entre los dos.
—¿Por qué nunca me dejas hablar? —le cuestiona, cruzándose de brazos y mirándolo con desafío.
—Sí lo hago —contesta, echándole una mirada por encima de la botella de cerveza.
—No —refuta—. No lo haces. Ahora no lo hiciste y me dejaste hablando sola como una l