Capítulo XXI: El encierro.

Mis ojos no ven nada. La oscuridad se traga todo. La habitación es fría y vacía. 

-¿Abigahil? ¿Estás bien?

Él me pregunta en la oscuridad.

-Si estoy bien.¿Cómo estás tú? 

- Igual.

Al cabo de unos minutos mis ojos se acostumbraron a la oscuridad. Ahora podía ver lo que me rodea. La habitación está vacía. Sólo en una esquina hay unos cuantos muebles que estaban ahí para ser botados.

Alexander trata de mover algunas vigas de la entrada pero estas son muchas y muy pesadas. Él camina en dirección a las ventanas clausuradas y prácticamente a puño limpio abre una. Ahora tenía mayor visibilidad.

Sentimientos voces.

-¿Qué ha pasado Bill?- Escucho a Tomasa.

-No lo sé, escuché un ruido fuerte y subí a investigar.

-¿Qué fue ese ruido?- Ahora es mi tía.

-¡Dios casi me muero del susto!- Melissa, tan dramática cómo siempre.

-¡Bill! ¡Bill!- Grita Alexander.

-¡Tomasa!¡Melissa!¡Estamos aquí!-

Grito yo desespera
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