Cuando los padres de Damian y el padre de Amber murieron en ese hundimiento, Damian solo sabía que tenía que cuidar de la fortuna de Amber hasta que ella cumpliera 18 y poder decirle la verdad de quién es ella realmente pero por ahora ella solo es la pobre secretaria a la que todos humillan. Damien siempre tuvo a la mujer que quiso menos a ella, ¿por qué? Porque ellos crecieron juntos, ella debía de verlo como su hermano pero, ¿qué pasará el día en que vayan juntos por un viaje de negocios a París y descubra otra cosa? En mal momento Amber quedó embarazada, en mal momento decide ir y contarle a Damian solo para terminar por escuchar una conversación que la lastimó haciéndole tomar la decisión de huir con su bebé. Cinco años después, ¿qué pasará el día en que se encuentre con la niña de ojos tan parecidos a los de él? ¿Qué pasará cuando descubra que el segundo hombre que se ha enamorado de ella es el hijo de quien mató a sus padres?
Leer másMujeres y hombres elegantes se sentaban ya en sus sillas, la mesa circular sostenía documentos y botellas de agua para cada uno de los asistentes. Todos estaban preparados para la reunión que el Sr. Slimth iba a dar y, como siempre, la misma silla a su lado estaba vacía. Era increíble. La reunión debía de haber empezado hacía 85 segundos. Pero, ¿quién era Damián Slimth para medir el tiempo como siempre hacía? Bueno, Damián Slimth era el tipo de hombre que pensaba que cuando sus empleados llegaban a esa empresa, pidiendo la oportunidad de trabajar para él lo que querían pedir era la oportunidad de servir y complacer con sus vidas a sus caprichos. Incluso si hablamos de la chica que había visto convertirse en mujer.
De repente, la gran puerta de cristal se abrió. Todo el mundo se sumió en el silencio.
El anfitrión había llegado. Tarde, pero había llegado.
—Otra vez tarde, para qué voy a decirlo—dijo Damián, mirando a la mujer de las enormes gafas y la coleta que había llegado.
Amber no pudo hacer otra cosa que inclinar la cabeza ante la gente que ya estaba allí. Los más guapos no pudieron evitar sonreír burlonamente.
—Lo siento, señor Slimth, le pedía la recopilación de los documentos para trabajar ahora.
Con una señal, Damián le hizo saber que no quería seguir escuchando y la hizo tomar asiento. Todos la miraron como si fuera la prisionera condenada a muerte.
— Bueno, ahora que mi secretaria favorita está aquí, podemos empezar—, dijo Damián. — ¡Empecemos!— Damián aplaudió un par de veces.
Y de nuevo, todos prestaron atención al hombre que empezaba a hablar, teniendo a Amber a su lado para apoyar sus ideas o incluso para retomar las explicaciones cada vez que decidía dar un sorbo a su botella de agua.
No pudo evitar quedarse mirando al hombre, que era mucho más expresivo con sus gestos que con sus palabras. Por eso estaba ella allí, para apoyarle y fortalecerle.
Amber Villanueva, la misma chica que le había visto convertirse en el hombre inalcanzable que hablaba delante de ellos, mientras las secretarias más insignificantes no perdían ocasión de dedicarle una sonrisa pícara o incluso una mirada maliciosa.
¿Cuánto tardaría en dejar de verle como a un hombre cuando él seguramente la veía como a su hermana pequeña? Incluso si llegaba ese día, tenía que saber que él era como ella siempre lo había descrito, no más que un hombre inalcanzable cuyo corazón era más frío que cualquier otro invierno. Sólo un hombre al que le encantaba jugar con las secretarias que eran contratadas en función de su físico antes que de su inteligencia. Tal vez esa era la razón por la que siempre acababa haciendo todas las tareas de los demás.
—Este es el plan. Tenemos que terminar esto antes de que la otra empresa ilumine el camino de los extranjeros—, dijo Damián, apoyando las manos sobre la mesa.
—Sí. ¡Señor!— Todo el mundo dijo.
Amber no tuvo tiempo de contestar ya que estaba muy ocupada anotando lo que él había dicho. Sí, Damián era el tipo de hombre que se mantenía ocupado buscando maneras de hacerla trabajar aún más. ¿El motivo? No lo sabía.
— ¿Señorita Villanueva?—Llamó su atención.
— ¡Sí, sí, estoy aquí!
— ¿Señorita. Villanueva?—Llamó su atención.
— ¡Sí, sí, estoy aquí!—Ámbar alzó la voz, haciendo reír a sus compañeros de trabajo. Incluso Damián no pudo evitar sonreír.
—Señorita Villanueva, vendrá conmigo a París. Tenemos que recabar información para saber qué camino pisamos antes de cerrar el trato. Nuestras franquicias van a estar en la cima si implementamos estos nuevos platos que queremos. No habrá competencia para nosotros.
Amber bajó la mirada. Esa última frase, el sonido de su voz, si no supiera que su padre había muerto con los padres de Damián, fácilmente habría creído que su padre estaba allí mismo, justo donde ella podía abrazarlo.
“No habrá competencia para nosotros.”
“No habrá competencia para nosotros.”
Le bastó cerrar los ojos para recordar aquel trágico día.
El suave viento acariciando su lindo rostro, el mismo viento suave moviendo su largo pelo recogido con una cinta rosa. Con su vestido verde, podíamos ver a Amber como la princesita que se perdió en el reino del corazón del hombre que estaba arrodillado frente a ella. Su sonrisa era algo que ella nunca sería capaz de olvidar, pasara lo que pasara.
— ¿Cuándo vienes, papá?—preguntó Amber al hombre con su elegante uniforme de timonel.
—Te juro que no llegaré tarde al cumpleaños de mi princesa.
Con esa promesa, Amber pudo sonreír. Creía confiar en su padre porque, después de todo, había una promesa que él había roto.
— ¿Me darías una enorme abrazo antes de ir?
Amber sonrió y se lanzó a sus brazos.
— ¿Por qué? ¡¿Por qué tienes que ir sola?! Yo también quiero ir. Lo prometiste!— Una vez más, esa voz chillona.
En cuanto Amber oyó a Damián lloriquear, como siempre, se separó de su padre para mirar la escena que tenía detrás. Una vez más, allí estaba Damián tirando del lujoso vestido de su madre para llamar su atención. ¿Realmente no sabía lo ridículo que se veía cada vez que hacía eso, cuando ya era un niño de quince años?
Amber se quedó mirándolos.
La señora Slimth se iba de viaje con el señor Slimth y, según el padre de Ámbar, ninguno de los chicos podía ir con ellos, ya que no iban a divertirse sino a hacer tratos y para eso tenían que cruzar el mar. Tal vez eran demasiado pequeños para entender lo que pasaba allí y por qué no podían simplemente volar hacia su destino.
— ¡Te he dicho, no puedes venir con nosotros!—La señora Slimth levantó la voz, harta del comportamiento de su único hijo. — ¿Por qué no puedes ser más como Amber?—La señora Slimth señaló a la niña que estaba a no más de cinco metros de ellos.
— ¡Mamá, yo quiero!
— ¿Qué parte de que no puedes venir con nosotros no has entendido, Damián Slimth?—Una tercera voz hizo acto de presencia. — ¿Estás listo, Bruno?—Preguntó al oído de Amber.
— ¡Por supuesto, señor Slimth!— Bruno se puso en pie.
— ¡Bueno, creo que deberíamos subir a bordo! Damián, no quiero problemas contigo. Vamos a estar aquí en tres días, ¿de acuerdo? Cuida de Amber.
— ¡No quiero!—Damián cruzó los brazos sobre el pecho e hizo un gesto nada amistoso.
— ¡Damián!—Llamó el señor Slimth.
Bruno no pudo evitar reírse. — ¡No se preocupe, señor Slimth, los dos sabemos que acabarán llevándose bien!
— ¡Eso espero! Vamos!
Y entonces lo único que vieron Damián y Amber fue cómo Bruno se adelantaba, siendo seguido por los padres de Damián, que se besaron después de haberse despedido de los niños. El viaje estaba a punto de comenzar.
— ¿Me está escuchando, Srita. Villanueva?—Damián se acercó a ella.
Finalmente, Ámbar pudo despertar del más hermoso de los sueños siendo el último que tuvo con su padre.
—Sí, sí, le estoy escuchando, señor Slimth.
— ¡Bien! Sólo quería hablar con usted. Por favor, vuelva al trabajo.
Y entonces, todos empezaron a levantarse para abandonar la venta de la misma manera que Amber, con la diferencia de que ella podía ser la que presumía de tener los ojos de Damián puestos en ella. Pero claro, eso era algo que a ella no le importaba.
— ¿Señorita Villanueva?— Preguntó Damián.
Amber lo miró. Era increíblemente diferente del hombre que llegaba a casa todas las noches. Por supuesto, esa actitud mandona nunca iba a dejarse de lado.
— ¿Sí, señor Slimth?
— ¿Tus mejores vestidos en tu equipaje o, quieres que te ayude a vestirte?—Sonrió.
— ¡Entendido!—Después de haber dicho eso, salió de la sala, dejando a Damián riendo.
Podrían pasar más años y él no dejaría de disfrutar haciéndola enfadar o incomodarla.
Suspirando profundamente, Damián tomó su PC, pensando en Amber. Necesitaba pensar en ella como su hermana pequeña y no como la mujer que no podía conseguir.
—Lo estoy deseando, Amber —, suspiró y luego salió de la sala.
Mientras Damián y Daniel arreglaban asuntos en la empresa después de todo lo que había pasado una noche anterior, el señor Halsen se encontraba en su despacho leyendo con atención cada una de sus propiedades, sentía que antes de seguir perdiendo tiempo tenía que dejar todas sus acciones en escrituras para evitar todo lo que en un futuro se vendría en contra de su hija, la misma que había fallado una noche anterior y por lo que él sentía que no iba a soportar mucho la furia que guardaba dentro.— ¿Bueno? —Respondió el señor Halsen atendiendo llamadas.—Señor Halsen, soy yo, su abogado Antonio. — ¿Qué sucede, Antonio? ¿Todo va bien por allá con lo que te encargue? —Le preguntó el señor Halsen. Antes de responder el abogado pensó cuidadosamente sus palabras para que el señor Halsen no se exaltara y tomara la noticia con la suficiente calma para que él no se pusiera mal. Las cosas no iban muy bien.— ¿Antonio? ¿Sucede algo? —Volvió a preguntar el señor Halsen.—Señor Halsen, las noticia
Inmediatamente ella se levantó de su lugar. La sonrisa se borró del rostro de su padre. Simplemente no sabía cómo agradecerle a Damián y a la vida que ella hubiera ganado, el problema es que lo hizo en mala hora, de qué manera hacerlo o qué palabras decirle para que pudiera sentirse lo suficientemente valorada ella al haber ganado. Es que la verdad nunca pensó que ese momento llegaría, nunca pensó que aunque fuera por chantajes la harían sentir mujer de verdad y no solo alguien a quien podían usar.—Damián, ¿acaso es esto lo que pienso que es? —Eso es lo que estás pensando.— ¿Estás seguro de hacer esto? —Continuó en el momento.—Vamos a ser quienes siempre quisiste que fuéramos, creo que ya han pasado algunos años desde que nos conocimos, Nancy.— ¿Sucede algo, hija?Nancy no puedo soportar más las lágrimas y abrir la misma herida en su corazón, era como si su propio corazón volviera a respirar por la misma herida que se hizo cuando dejó a su hijo y esa misma se volviera a abrir pe
DOS DÍAS DESPUÉSEl momento había llegado, aquel momento que cualquier mujer estaría esperando y del mismo del que su familia iba a estar orgullosa. Finalmente el señor Halsen iba a ser testigo de los bueno valores que le inculcó a su hija durante tanto tiempo. Lo que no sabía es que ese momento iba a ser marcado por verdades si ella no daba un paso atrás.¿Qué decir de lo que podía estar sintiendo Damián? Y es que Daniel había sido muy claro con él cuando dijo que su momento de resignarse había llegado. Debía de sentir ese momento como parte de él y empezar a pensar que era esa vida la que sería para él, no le quedaba más que abrazar el momento y empezar de cero mientras dejaba a Amber atrás.Una noche en la el mundo sería testigo de la pedida de mano Nancy aunque el mundo ya supiera que ellos se iban casar pues lo que no sabían era que ellos se estaban casando más por chantaje que por cualquier otra cosa.—Hey, ¿qué haces? Me voy a caer, espera, espera, me voy a caer, ¿qué pasa? —Pr
Mientras otras mujeres buscaban de él debido a su buen físico y él siempre estaba ahí para atender a cada una de ella, ahora era él quien huía de las mujeres y no porque su físico no fuera suficiente para él ni nada superficial sino porque su corazón había cambiado terriblemente su rumbo.Mientras él caminaba directo al estacionamiento se encontró con el mismo hombre con el que Nancy había estado hablando. Lo reconoció por el abrigo café que usaba y el café en la mano. Fue en ese momento en que sintió Damián que debía simplemente seguir de largo, no le importaba en lo absoluto lo que aquel hombre haya tenido que ver con Nancy, no era que ella le importara.Pero por supuesto no era lo mismo que había pensado Donald, él si quería acercarse a Damián pues ya tenía su plan bien definido. Lo haría su amigo, se acercaría a él poco a poco y al final, lanzaría la bomba.— Señor Slimth —llamó Donald.Y fue justamente en ese momento en que Damián volteó con un gesto de confusión.—Un hombre de
AL DÍA SIGUIENTE Y tan pronto como había amanecido, todo lo que quiso hacer Amber fue detener la maldad de Nancy que estaba a punto de hacer infeliz a Damián.Ella tenía todo en su poder, las armas se las había dado la misma persona que la amaba con toda el alma.Decir que el tiempo se pasó lento de lo que iba del pueblo donde había vivido por poco más de seis años hasta llegar a la ciudad, era decir poco. Ella tenía que llegar sin ser vista por Damián pues ella ya había aceptado su vida y no era algo que le pesara sino, algo que veía con mayor sentimiento. Todo lo que ella necesitaba era llegar, llegar con él.La situación en la empresa estaba una vez más a la normalidad pero la relación de Damián y Nancy no se podía decir exactamente lo mismo. Él estaba deseando que ese día nunca llegara, él solo quería vivir tranquilamente como por tantos años lo había hecho. Y es que no se quería dar que quizá, eso que estaba sufriendo era el pago por todo el dolor que ocasionó en muchas mujeres
Habiendo pasado el día de la manera en que lo hizo, no teniendo más que a sí mismo y sus recuerdos para volver a aquellos días en los que fue feliz, sin tener más que hacer Damián se fue de la habitación, quería dejar a Amber sola por esa noche y en lo más oscuro de sus pensamientos. Quizá era momento de ver qué pasaba al día siguiente mientras pensaba en algo mejor, en la manera de decirle a Nancy que él no se podía casar al mismo tiempo que sabía y que iba a terminar por hacerlo.Cuando iba bajando las escaleras de aquella mansión, una vez más se encontró con Daniel, el cuál salió al momento y con esa sonrisa lo invitaba a que ya le dijera todo lo que quisiera pues ya podía conocer muy bien a Damián y darse cuenta en su mirada que algo no estaba bien con él.— ¡Oh, Damián! ¿Necesitas algo? —Preguntó Daniel al momento.—No, es solo que bajaba a tomar un poco de aire fresco.Daniel por un momento no supo qué decir, su hermano del alma estaba frente a él sufriendo y como es
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