a tarde del lunes transcurrió en una nebulosa de revelaciones que convertían la situación de imposible a absolutamente catastrófica. Daniela había vaciado su maletín completamente sobre la mesa del comedor, transformando el espacio en un centro de inteligencia improvisado que parecía sacado de una película de espías.
Mapas. Fotografías. Diagramas de conexiones que se extendían como telarañas. Documentos con sellos de Interpol, algunos oficiales, otros claramente obtenidos por canales menos legales.
—El nombre código es "Consorcio" —comenzó Daniela, su voz tomando el tono profesional que probablemente usaba cuando daba briefings en Interpol—. Lleva operando al menos treinta años, probablemente más. Quince países confirmados: España, Italia, Francia, Alemania, Suiza, Austria, Bélgica, Países Bajos, Polonia, República Checa, Croacia, Grecia, Portugal, Reino Unido, y sorprendentemente, Rusia.
Señaló el mapa donde pequeñas banderas rojas marcaban ubicaciones.
—¿Cómo es posible que una organ