Los paramédicos llegaron primero. Detective Romano despertó confundido, sangre seca en su sien. Le tomó tres minutos recordar dónde estaba y qué había pasado.
—Me golpearon por detrás —dijo, tocándose la cabeza con cuidado—. No vi quién. Pero eran al menos dos personas. Escuché dos voces diferentes antes de perder consciencia.
La policía llegó diez minutos después. Inspector Morales tomó control de la escena, su expresión cada vez más grave mientras Valeria explicaba: cuatro personas desaparecidas, evidencia robada, amenaza en la pared.
—Esto no es juego —dijo Morales—. Esto es secuestro agravado con amenaza de muerte. Necesito lista completa de todos los que estuvieron en el taller hoy.
Valeria le dio nombres, describió a cada persona, cuando fue la última vez que los vio. Su voz sonaba mecánica a sus propios oídos. Como si estuviera describiendo personajes en película, no gente real que conocía.
Morales observó el mensaje en la pared.
—"Cancela el Palacio o todos mueren." ¿A qué se r