Mundo ficciónIniciar sesiónEl atardecer caía sobre Madrid como un manto de oro líquido. Enzo observaba desde la distancia, apoyado en la pared del pasillo que conducía a la sala de reuniones. Su mirada, aparentemente casual, seguía cada movimiento de Valeria mientras ella recogía sus documentos tras la presentación que acababa de concluir. No era coincidencia que él estuviera allí; había calculado perfectamente el momento para "encontrarse" con ella.
Lo que no había calculado era la presencia de Alejandro Montero.
—Has estado brillante —dijo Alejandro, acercándose a Valeria con esa sonrisa que parecía reservada exclusivamente para ella—. Como siempre.
Valeria levantó la vista y sonrió, una de esas sonrisas genuinas que Enzo había visto desaparecer de su rostro en los últimos tiempos cuando estaba con él.







