La luz del atardecer se filtraba por las cortinas de la habitación de hotel, tiñendo las paredes de un naranja melancólico. Valeria permanecía sentada en el borde de la cama, con documentos esparcidos sobre el edredón. Había estado revisando los informes que Enzo le había proporcionado durante horas, buscando alguna pista, alguna conexión que pudiera revelar quién estaba detrás de todo.
Enzo entró con dos tazas de café, cerrando la puerta con el pie.
—Pensé que necesitarías esto —dijo, ofreciéndole una taza.
Valeria la tomó, agradecida por la cafeína y por la distracción momentánea. Sus ojos ardían de tanto leer.
—Gracias. Estoy intentando encontrar algún patrón, pero todo es tan... confuso.
Enzo se sentó a su lado, observando los documentos.
—¿Has encontrado algo?
—Quizás —respondió ella, señalando varios extractos bancarios—. Mira estas transferencias. Todas provienen de cuentas diferentes, pero terminan en el mismo banco offshore.