CAPITULO 26

—Esto tiene que tener una explicación. No es posible que estén casados… —dije apenas, intentando no llorar.

—Lamento si no fue de su agrado la noticia, señora Camile, pero es una información verídica —me quedé en silencio, sin poder decir nada, con los ojos fijos en aquellos malditos papeles—. Si me disculpa… —el detective se puso de pie para marcharse y fue cuando volví en mí y reaccioné—, debo marcharme.

—Gracias por todo, detective —agradecí sin ser capaz de decir algo más.

—Conozco la salida. No hace falta que me acompañe —dijo cuándo intenté ponerme de pie en vano. Solo asentí y me quedé allí, sin mover ni un ápice de mis músculos ni pestañear por lo que pareció una eternidad.

«Todo fue mentira…», pensé

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