Esmeralda cerró sus ojos con fuerza cuando Kenton comenzó a despojarla de su ropa interior. Estaba avergonzada. Su timidez era mucha hasta para ser revisada por un médico, mucho más en su situación actual que debía permitirle a su jefe lo que jamás le había permitido a nadie.
Kenton la miraba más que satisfecho por tenerla en su cama y saber que no se iría corriendo al amanecer.
-Por Dios, me fascinas- Habló a su oído y comenzó a repartir besos en su cuello mientras su mano derecha tocaba uno de sus senos suavemente
Esmeralda respiraba agitada y se mantenía rígida mientras múltiples sensaciones comenzaban a formarse en su interior. Kenton avanzaba tan despacio y con tal nivel de confianza que no era capaz de predecir sus acciones.
En un intento por lograr que la rigidez en Esmeralda desapareciera de inmediato, Kenton se apartó e hizo que ella se colocara boca abajo. Ella mantuvo los ojos abiertos en ese momento, ya que no hacía contacto visual con su jefe.
Kenton reparti