Mi corazón se acelera frenéticamente ante el miedo de que le hagan daño a mi familia por las palabras inadecuadas que acaban de decir, por eso, corro hacia donde ellos se encuentran y los abrazo temblando completamente.
— ¡Padres, no bromeen! ¡Ellos son tan buenos, pero, no saben del sentido del humor del campo! — grito para que todos me escuchen.— Irina, no grites que nos vas a dejar sordos. — dice mi padre.— Lo siento, pero, por favor, vámonos de aquí, estos seres son territoriales y no toleran las faltas de respeto. — digo aun temblando.Mis padres me observan preocupados, pero, afortunadamente puedo alejarlos de mí al punto que salimos de la empresa donde los lobos nos siguen mirando con desconfianza y quizás, con ganas de matarnos.— Madre… padre… no podemos meternos en problemas con seres que son superiores a nosotros y que ademá