A la mañana siguiente, luego de que Laura había llegado a la conclusión de que, ella no quería que su hija, Adele, viviera lo mismo que ahora iba a vivir Paolo.
Buscó entre sus cosas una libreta, en ella aún guardaba los datos de contacto que en algún momento Adrien le había escrito, ¿Por qué aún lo hacía? Ni ella misma tenía una respuesta para eso.
Una vez que encontró lo que buscaba, tomó su móvil y digito el número, su estómago comenzó a sentirse revuelto, una serie de extrañas emociones comenzaron a invadir a Laura, ella trató de reprimirlas.
Escuchaba como el teléfono intentaba enlazar la llamada, pero pareciera como si el destino le dijera que no hiciera aquello, la llamada no fue respondida.
Laura lanzó un suspiro y luego dejó botado el móvil en su tocador. Eran las 5:40 am, era obvio, ¿Quién llama a estas horas, Laura? Se regañó mentalmente, pero la verdad era que casi no había pegado el ojo por la noche, así que lo primero que hizo al abrir los ojos fue llamar a Adrien.
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