Mientras Valeria, Marco, Paloma y Laura viajaban hacia la iglesia, cada uno sonreía, pero se perdían en sus propios pensamientos.
Por el lado de Marco, miraba a través del retrovisor y veía a su niña, a su Palomita, esa que de vez en cuando sacaba el vestido de novia de su madre y se lo ponía, porque decía que estaba bonito…
Un nudo se le formaba en la garganta, no podía imaginar cómo aquella chiquilla de 6 o 7 años ahora era toda una mujercita.
Laura, al subir a la camioneta, acomodó perfectamente el vestido de Paloma, arregló los últimos detalles del velo y cauda. Conforme el auto avanzaba en la carretera, miraba hacia fuera, recordaba lo enamorada que estuvo o estaba del padre de su hija.
No podía evitar imaginar cómo hubiera sido si Adrien hubiera reaccionado de manera diferente a su embarazo, seguramente, ahora él sería quien la esperaría en la iglesia abrazando a la pequeña Adele, ambos habrían tenido una boda de ensueño y su vida sería genial.
Aunque para Laura, el destino tení