Pietro tomó un baño y una ligera siesta, despertó cuando sintió que alguien le agarraba el cabello, una pequeña mano jugaba con sus risos.
— Enzo, ¿no vas a ir a la escuela? – Dijo un somnoliento Pietro con los ojos aún cerrados.
— Sí, pero quiero que me lleves tú… ¿Dónde has estado abuelo?
— He tenido mucho trabajo y ahora estoy un poco cansado, pídele a Teodore que te lleve a la escuela.
— Abuelo, ¿ya no me quieres llevar tú?
— Sí, pero recuerdas que estoy cuidando a la miss Celeste en el hospital, hoy sí que estoy cansado.
— Hmm… Solo porque la estás cuidando, pero ¡Te extraño abuelo! Casi no te veo…
Pietro, al escuchar eso, sintió una punzada en el pecho, se volteó y vio a su nieto con el uniforme puesto, lo jalo para abrazarlo y le dijo:
— ¡Te prometo que voy a hacer un hueco e ir por ti en la tarde al colegio!
— ¿De verdad?
— ¡Sí!
— Oye… ¿Qué te paso en la boca? Tienes una marca, aquí. — Dijo Enzo tocándole el moretón.
— ¡Auch! ¡No toques! ¡Duele!
— Je, je, je abuelo, ¿te caíste