¡Guadalupe, lo lamento!
Guadalupe iba saliendo hacia la entrada principal, caminaba rápidamente tratando de no mirar atrás, cuando de repente se topó con la penetrante mirada de Massimo.
Su andar se detuvo en seco y pronto sintió un hueco en el estómago, las manos le comenzaron a sudar y sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo.
Pietro y Aurora venían detrás de ella, pero se habían detenido cuando la abuela Caterina les pidió que cuidaran bien de Guadalupe.
Caterina les hacía una larga lista de peticiones, ella no estaba segura de que llevársela fuera lo ideal, pero la chica no quería permanecer más en donde había estado con su futuro exesposo, así que la abuela ya nada podía hacer.
- ¿Guadalupe, podemos hablar? – Dijo Massimo con un poco de nostalgia en la voz y en la mirada.
- ¡Tú y yo no tenemos nada de qué hablar! Lo que haya que decir, por favor, díselo a mi abogado, yo haré lo mismo de ser necesario. – dijo Guadalupe y siguió su camino.
- Traigo los papeles de divorcio, no e