Guadalupe llevaba ya una semana en la clínica y aunque había tenido un buen avance, cuando llegaba a su habitación o cuando daba paseos por los jardines y se encontraba sola, las lágrimas brotaban, lloraba en silencio.
Se sentía tan hueca, esa sensación no se le quitaba por más que se esforzara, caminaba y le dolían las piernas.
Se desmoronaba por las noches cuando iba a dormir, la semana que pasó a lado de Massimo, le había dejado una marca.
Extrañaba el calor de su abrazo y, al cubrirse con la manta para no temblar, temblaba de tristeza su corazón.
- Massimo tú y yo hicimos un voto al casarnos, me has decepcionado, quiero que esto se vaya, que termine, te has quedado con mi alma, con mi corazón, ¿Acaso hay algo que no debas tener? ¡Lo tienes todo! - dijo la mujer llorando a todo pulmón.
- Me he dado cuenta de que lo que soy y he sido, no bastará. Tu corazón no es accesible para mí. - dijo ella reflexionando sobre cómo llevó su vida en aquel matrimonio de 3 años.
- Tal vez piensas q