Pietro, luego de platicar un momento con Valeria, se fue a ver a Celeste y sus hijas, aquel hombre había escuchado atento cada cosa que la mujer le había contado, él podía sentir cómo varios huecos se iban llenando poco a poco; sin embargo, esa sensación de vacío no la terminaba de llenar.
Al entrar a su habitación, vio cómo Celeste alimentaba a la pequeña Martina, mientras miraba hacia la ventana. Ella, al percatarse de que Pietro estaba ahí, volteó y le sonrió.
- ¿Cómo estás? – Dijo Celeste sonando comprensiva.
- Un poco aturdido, pero por fin hablé con ella… - Respondió Pietro, aun sintiéndose extraño.
Celeste sabía que Pietro quería hablar con Valeria en algún momento, por lo que no necesitó ser muy lista para darse cuenta de que, al no llegar con ella, hace minutos, él había aprovechado la oportunidad.
- Toma las cosas con calma, si necesitas tiempo para procesar todo, solo hazlo, no te precipites. – Dijo Celeste al ver cómo estaba Pietro.
- No es eso, es solo que, es una sensació