Tal como lo había dicho Antonio Moretti, dos días después, 4:50 am Massimo estaba llegando al Aeropuerto de Roma-Fiumicino.
- Massimo, aún conservaba la esperanza de que no llegaras, o, al menos, no a tiempo… - Dijo Moretti en tono sarcástico.
- Llegué desde las 4:30 am, no podría llegar tarde cuando se trata de alguno de mis hijos. – Dijo Massimo seriamente.
- ¡Vaya que me sorprende, señor Pellegrini! – Dijo Ángela mientras cargaba a Valentina en brazos. – Si alguien me hubiera dicho que el señor Pellegrini nos acompañaría, no lo hubiera creído.
Massimo volteó a ver a la mujer de dónde provenía la voz e inmediatamente reconoció a la mujer. Aquella era nada más y nada menos que, Ángela Di Stefano, hija única de una de las familias más influyentes en la política de Italia.
- ¡Hola, señora Moretti! – Dijo Massimo con respeto.
- ¡Hola, Massimo! Solo dime, Ángela, técnicamente soy la hermana de tu hijo, quien adoro con toda mi alma, por lo que te voy a pedir una sola cosa…
Massimo escuchó