Estimadas lectoras y lectores Esta pareja también ya va regresando a su normalidad, ellos quisieran quedarse pero, su vida esta en otro país, así que llego el tiempo de despedirse.
Luego de varios abrazos y una extraña sensación de vacío, Luciano y Almendra salieron de aquella casa.Luciano comenzó a conducir, sabía que debía llegar a casa, aún le faltaba despedirse de sus hermanos, de su padre y del recién conocido abuelo.El tiempo era apremiante; con ayuda del espejo retrovisor, pudo ver cómo Paloma y su marido entraban a casa.Aquella imagen se la quedó muy grabada en la memoria, sonrió y fijó su vista en el camino.- ¿Estás bien? – preguntó Almendra al ver que su novio estaba muy callado.- Sí… - dijo el hombre a su lado, el cual tomó su mano y la besó. - ¡Gracias!- ¿Por?- Por esto, por insistir en buscarla, por ayudarme a reconciliarme con ella… - dijo Luciano con total sinceridad.- A mí me hubiera gustado tener hermanos, creo que era lo justo. Tanto tú, como ella, no merecían estar separados por cosas del pasado; al final, ustedes no tuvieron la culpa.- ¡Lo sé! ¡Créeme que lo sé! - dijo Luciano recordando su oscuro pasado.- Ya verás que más pronto que
Massimo ahora sabía que, gran parte de la familia, influía el núcleo, es decir, el padre y la madre. Lo había visto él mismo y lo comprobaba con su padre y, en su momento, con su abuela.Luego de una larga y a la vez corta sobremesa, llegó el momento de decir adiós… Un adiós que sabía raro, un adiós que nadie quería decir, un adiós que tanto Massimo como Luciano no querían darse, pero que era necesario.Ellos habían hecho un pacto y habían dado su palabra, así que, con tristeza, tuvieron que ponerse los pantalones de adultos y sonreír.- Luciano… Antes de que te vayas, cuando termines de despedirte de todos, pasas a verme al estudio, ahí te estaré esperando. – dijo Massimo tratando de aguantar el nudo en la garganta.- Sí, Massimo… - respondió el chico.Los primeros en despedirse fueron los viejos Matteo y Magnus, que, con sus sabios años de experiencia, sabían que esta no era otra más que una despedida momentánea.Sabían que el tiempo era sabio y que el joven regresaría en menos de lo
El hombre que se despedía, poco a poco, sentía que cada paso que daba le pesaba más y más. Su familia estaba ahí, la dejaba para irse a un lugar muy lejano. En esta ocasión iba acompañado, pero preferiría quedarse, sabía que esa familia necesitaba de él y él necesitaba de todos ellos.Cuando llegó el turno con Paolo, él se esforzó en no llorar, ya que, al verlo, solo podía recordar cómo fue que ya había pasado tanto tiempo.Si mal no se equivocaba, su hermanito casi tenía la misma edad de Maurizio, cuando comenzaron a dejarse de ver tan seguido.Luciano era su héroe, como ahora lo era para Maurizio, pero el primero no pudo ver cómo regresaba hasta ahora.La situación que tenía Paolo no era fácil, así que, antes de mostrar alguna debilidad. Luciano tomó aire y sonrió.- Paolo… Ven, hermano, ven… Oye… Sea cualquiera que sea, la decisión que tomes, yo siempre te voy a apoyar.Coincido con papá, tal vez sea bueno que le des el beneficio de la duda a Pierre. Tal vez solo quiere conocerte,
Una vez hecho esto, Luciano salió y caminó hacia la oficina donde Massimo ya lo esperaba mientras revisaba algunos documentos de la fusión. - ¿Ya te despediste de todos? – preguntó Massimo mirando con tristeza a su hijo. - Ya, Almendra se está despidiendo de ellos también… ¡Gracias, Massimo! De verdad, ¡Gracias, por dejarme estar con mis hermanos! ¡Gracias, por dejarme volver a verlos! – dijo Luciano con nostalgia. Massimo lo miró, se levantó de su asiento, rodeó el escritorio y se acercó a su hijo para poder abrazarlo fuertemente. - ¡Tú, Luciano! ¡Tú eres mi hijo! ¡Jamás creas que te voy a negar el venir aquí! Si ahora mismo me dices que no te quieres ir, yo mismo voy a ir a hablar con Moretti para que te deje quedarte, así tenga que vender mi alma al diablo. Si tú así lo decides, yo hablo con él y consigo que te quedes. - ¡Gracias…! Pero, ya soy un hombre y, ¿Qué clase de hombre sería si te dejo pelear mis batallas…? - dijo Luciano, muy seguro de lo que decía. - ¡Está bien, h
Para Massimo no era ningún secreto que su hija atravesaba por un momento crucial en su vida. Él se miraba y era obvio que conforme sus hijos crecían, los problemas también. Solo pedía a todos los santos habidos y por haber, que le dieran la iluminación correcta para poder aconsejarlos de la mejor manera.Massimo ya había mandado a investigar a Adrien Bianchi, esto lo hizo casi desde el momento en que su hija le confesó que ella quería que el padre de su hija tuviese contacto con la bebe. Por lo que en secreto había investigado toda la vida y obra de aquel joven.Sinceramente, Massimo no se sentía con la calidad moral para reclamarle algo, ya que él, precisamente recordando su pasado con Guadalupe, era el menos indicado para hacerlo; sin embargo, en este caso se trataba de su hija y por ella tenía que tomar cartas en el asunto.Después de mucho pensarlo, decidió que era momento de tener una plática de hombre a hombre con aquel joven. Así que sin decirle nada a nadie, el contacto al jov
Massimo vio al joven, lo miró a los ojos y vio lo que él esperaba ver. Luego de que le entregaran el informe donde hablaban de toda su vida, sabía que aquel joven hablaba en serio.Por momentos, pudo verse reflejado en aquel joven, aunque debía ser más honesto, este muchacho era más joven que él y podría decir, que él era más maduro incluso que el propio Massimo a esa edad.Si bien, no estaba de acuerdo con el comportamiento del chico y las actitudes que tomó cuando se enteró de que sería padre, eso era algo que solo su hija podría juzgar. Él solo estaba ahí para confirmar que él joven era un hombre de palabra y que lucharía por ganarse el derecho de ser padre.Massimo pensó en Alberto, el famoso abuelo Alberto, aquel hombre que era el único familiar de Guadalupe en su tiempo. Él estaba seguro de que si se hubiera enterado de toda la m****a que le hizo pasar a su nieta, él jamás hubiera permitido que conociera o se acercara a su nieta.Por lo que busco las mejores palabras para expre
Habían pasado unas semanas después de que Luciano se fue a Nueva Zelanda. Él había hablado con Adrien, el joven ya estaba dentro del grupo integrado por las 3 familias.Massimo no lo reconocía abiertamente, pero el joven tenía madera para los negocios, aunque aún cohibido. Gracias a la soltura de Pietro, las ideas del joven Adrien salían a relucir.- Ya deberías dejar de ser tan estricto con el mocoso… - dijo Pietro entregándole un trago de whisky a Massimo.- No me puedo dar el lujo de ser el hombre blando aquí, no al menos hasta que el mocoso, como tu dices, muestre su verdadera valía.- ¡Ya! ¡Ya! No digo nada, porque en años, me podría ver igual… Lo que sí te puedo decir es que el mocoso, no es tan tonto como creíamos, si le gira su ardillita.- Ya no trates de echarle tantas flores, él viene, hace su trabajo, cumple su jornada laboral y nosotros pagamos por ello.- Una muy buena cantidad, por cierto… - dijo Pietro burlonamente.- Al final, ese dinero llegará a manos de mi nieta y p
El tiempo se había ido volando, los Barzinni estaban a nada de irse y con ellos, Paloma y Aldo, en una semana las cosas tal como las conocían cambiarían nuevamente.Estaba claro de que, una vez que los Barzinni regresaran a México, las familias en Italia, también comenzarían a moverse. Tal como ya se sabía, Teodore se quedaría en Florencia, Massimo en Lazio dirigiendo el Grupo PVD y Pietro, tan irreverente como siempre, trabajaría desde casa a lado de su esposa e hijas.Massimo estaba sentado detrás de su escritorio revisando los pendientes cuando una llamada lo sacó de su mundo.- Señor D’Angelo, creo que necesitamos hablar… - dijo la voz al otro lado de la línea.- ¿Quién habla? – respondió Massimo aun sin reconocer la voz.- Pierre Legrand… - dijo soltando un suspiro de cansancio.- Señor Legrand, ¿Es que acaso no me avisaría cuando llegaría al país?- Señor D’Angelo, le estoy avisando que ya llegué y quiero ver la posibilidad de ver a mi hijo…- Tal como se lo dije por teléfono en