Un día más pasó en la casa de los D’Angelo, la familia se reunía para desayunar, Diana correteaba por toda la casa, ya que se le hacía tarde para ir a trabajar. Massimo mal aconsejaba a su futura esposa para que no se preocupara tanto, pero era inevitable, Diana era demasiado respetuosa del tiempo de los demás y hoy tenía una junta a primera hora.
- Ya me voy… Nos vemos por la tarde, corazón… - Dijo Diana, dándole un beso apresurado y tomando un poco de pan como desayuno.
Massimo anticipando la pereza de su mujer, ya le había puesto en el auto café y un poco de pan francés. Diana, al subir a su auto, lo notó y sintió una extraña sensación de calidez. Desde su auto le dijo:
- ¡Te amo!
Massimo se despidió con la mano y sonrió, una vez hecho aquello, entró a la mansión, todos estaban en casa, reunidos en la mesa. El ruido abrumador de Maurizio y Paolo, junto a los gritos y balbuceos de Adele volvían locos a Magnus y Matteo, quienes preferían salir a tomar un poco de aire en el jardín, sim