Luego de una larga charla, Celeste salió de la habitación y permitió que, un angustiado Massimo entrara a ver a su hermano.
- ¿Cómo estás? – Dijo Massimo con precaución.
- ¡Bien! El dolor de cabeza se fue… - Dijo Pietro mientras se acomodaba en la cama.
- Tuve que decírselo, ya no podía seguir ocultando aquello Pietro. – Dijo Massimo con un poco de culpa.
- ¡Lo sé! Al principio pensé que eras un idiota, pero creo que las cosas salieron bien. – Dijo Pietro tranquilamente.
- ¿Bien? ¿Qué sucedió?
- ¡Últimamente, te has vuelto un poco chismoso! ¿No lo crees?
- ¡Pietro! ¡Estoy angustiado por ti y tú me sales con verdades a medias!
- Ok, ok, yo no le había querido decir nada a Celeste para no preocuparla, pero, tú le dijiste todo, sé que he de haber hecho cosas terribles como para que ella no me quisiera cerca, pero con lo que le dijiste, ella ha vuelto a ser como siempre y… ¡Gracias, Massimo! Sé que no debí ocultárselo, pero no quise que me viera como un bicho raro, no quise que ella me tuv