Massimo abrazó a su hija, sonrió ante el hecho de ver cómo su hija de a pocos iba creciendo y mostrando la madurez de la que estaba hecha. Era increíble, ver y sentir cómo su hija, aquella niña que por mucho tiempo estuvo olvidada, se aferraba a su presencia y tenía claro quién era y lo que quería.
- Papá, hoy voy a ir a ver a Adrien… - Dijo mientras volvía a dar un sorbo a su café.
- ¿Por? – Dijo Massimo un tanto sorprendido.
- ¿Cómo que por qué? Tengo que hablar con él antes de que conozca a mi hija, debo dejarle claros varios puntos, pero uno en particular, mi hija es una beba y no voy a permitir que su esposa venga a querer hacerla menos, si él quiere conocerla, deberá asegurarme una relación respetuosa.
- Está bien… No sabía que el tipejo estuviese casado… - Dice Massimo con sorpresa.
- Recién me enteré, no debe tener mucho, pero conozco a la mujer con quien se casó y no es una buena persona… - Dijo Laura con precaución.
- ¿Cómo es que sabes de ella?
- Ella me molestaba en la escu