Valeria junto con Marco bajaron al jardín a desayunar, ya la señora que les apoyaría en esta labor había preparado la mesa, Paloma bebía café, se sentía un poco avergonzada por llegar antes a casa, sabía que su madre intuiría que algo había ocurrido, aunque no esperaba lo que estaba por conocer.
- ¡Mi niña! ¿Cómo estás corazón? – Dijo Valeria abriendo los brazos para abrazar a su Paloma.
- ¡Mami! ¡Estoy bien! ¡Perdona por llegar sin previo aviso!
- Corazón tu no necesitas pedir perdón por esas cosas, me alegra demasiado que estés en casa, ya solo nos falta Gio. – Dijo Valeria abrazando y besando las mejillas de su hija.
- ¡Papá siéntate! Vamos a desayunar, hace algunos años que no estábamos así.
- ¿Como cuando tu eras la única consentida? – Dijo Marco levantando una ceja.
- ¡Anda papá!
- Bien, vamos a desayunar, yo debo salir con Federico, pero ustedes dos tienen mucho de que platicar.
El desayuno transcurrió sin contratiempos, la familia estaba reuniéndose de a poco, el que Paloma lle