Bienvenida a casa
Durante el camino, Guadalupe se relajó después de la plática que tuvo con Plácido.

Finalmente, conoció un lado de Pietro que pocos conocían. Ahora entendía por qué la abuela le tenía en gran estima, entendió por qué había considerado que era mejor opción quedarse a vivir con él.

- ¿Qué me miras? – Dijo Pietro mientras tomaba un pedazo de pizza.

- ¡Nada! – Dijo Guadalupe, sintiéndose descubierta.

- Debe ser algo, porque esos grandes ojos que posees no se posarían en mí si no fuera por curiosidad.

- ¡Bueno, sí! ¿Por qué no te llevas bien con Massimo?

- ¡Oh, es eso! - dijo el hombre sonriendo. - ¿Acaso escuchaste algo de la conversación?

- Mmm… No. – Guadalupe no entendía de qué hablaba.

- Massimo y yo somos hermanos, pero digamos que él fue criado con la idea de que siempre sería el presidente del grupo.

Yo, por el contrario, siempre fui el segundo en todo. Eso hizo que me esforzara más para llamar la atención de mis padres; nunca lo logré.

Pero eso no me limitó, al contrario, comencé
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