—¿C-Cómo llegaste hasta aquí? ¿Por qué parece que no te dispararon? ¿Cómo lograste soltarte tan rápido de las ataduras? ¿Cómo viniste solo? —lo bombardeé con preguntas mientras me ayudaba a ponerme de pie.
Marcus me lanzó una mirada afilada, y pude ver la molestia en su rostro.
—¿En serio, Evelyn? ¿Me preguntas eso ahora, cuando apenas nos quedan unos minutos para escapar de aquí? ¿No puedo contestarte todo después, cuando ya estemos fuera? —dijo con irritación, mirándome fijamente.
Guardé silencio, evitando volver a preguntarle por miedo a que se enfadara otra vez. Solo quería saber, pero su terquedad volvía a salir a flote.
—Oye, escucha...
Levanté la vista cuando tomó mi barbilla, mirándome con seriedad.
—No estoy enojado contigo, ¿de acuerdo? Puedo responder a todas tus preguntas, pero no ahora. Tenemos que irnos antes de que Rodríguez nos encuentre —dijo Marcus con firmeza. Tragué saliva y asentí. Marcus me dedicó una leve sonrisa y me acarició la mejilla.
Ambos apartamos la mira