POV: Helena

El aire en el estudio era denso, saturado con el humo de la chimenea y el aroma a whisky, una mezcla peligrosa que me recordaba a la primera noche de nuestra boda. Franco estaba frente a mí, desabotonando lentamente su camisa de seda negra, exponiendo centímetro a centímetro la arquitectura de su poder.

Sus manos eran firmes, las articulaciones grandes. Cada botón que soltaba era una promesa.

—La conversación sobre las gemelas es mañana —dijo Franco, su voz grave, la respiración controlada. Su mirada no estaba en mis ojos, sino clavada en el vestido rosso profundo que se aferraba a mi cuerpo, prometiendo ser arrancado.

—No —repliqué, mi voz era un hilo sedoso, pero con la dureza del acero. —La conversación empieza ahora. Empieza aquí.

Di un paso hacia él, mi cuerpo rozando el suyo. Su camisa ya estaba abierta, solo sostenida por los hombros. Me puse de puntillas, y en lugar de besarlo, retiré la camisa de sus hombros y la dejé caer al suelo.

El contraste entre la piel bro