Jack Parte X.
Usaba la fuerza de mis hombros para remar y me preguntaba por qué demonios se me había ocurrido citar a Julianna para un paseo en bote. Era una de esas tonterías que muchas lobas consideraban románticas y encantadoras.
No yo.
Y, al parecer, tampoco Julianna.
—Aquí estamos lo suficientemente lejos de oídos indiscretos —murmuró, mirando de reojo hacia la orilla, donde los guardias de su padre y algunos del castillo vigilaban cada uno de nuestros movimientos.
—Genial —gruñí con fastidio—. Ahora, dime qué demonios está pasando contigo y tu padre.
Ella suspiró, bajó la voz y habló rápido:
—Usted finja que le estoy contando algo muy divertido, y luego yo haré lo mismo. —Su tono era tan seco que apenas tuve tiempo de reaccionar antes de que soltara una ráfaga de palabras—. Mi padre escondió a su ejército en algún punto del bosque occidental. Como ya le dije, mi pareja está allí. Llegué a un trato con él: a cambio de emparejarme contigo, él sugeriría que tuviera un guardia personal… y mandarí