Casi una semana pasó en paz.
Livia había vuelto a su rutina en la tiendecita. Su regreso fue recibido como un auténtico festival, como si acabara de volver tras conquistar una nación entera. Todos la habían echado muchísimo de menos.
Cuando presentó a Kylie, nadie se sorprendió lo más mínimo. Desde que todos se enteraron de quién era en realidad el esposo de Livia, se habían acostumbrado a recibir sobresalto tras sobresalto. Desde tener de repente un chofer privado hasta “empleados expertos” enviados para ayudar en la tienda… todo se aceptaba con naturalidad. Al fin y al cabo, su jefa era la joven señorita del Grupo Alexander. Si no fuera por eso, nada de aquello habría sido posible.
Kylie fue presentada como el reemplazo de Leela y se adaptó enseguida. Todavía conservaba algo de su porte corporativo, así que no desentonaba demasiado.
Aun así, cuando llegó por primera vez, Kylie se quedó boquiabierta al descubrir la verdad sobre el trabajo de Livia.
Era solo… una tienda en línea.
Un s