El mayordomo Matt había colocado las pantuflas del joven maestro junto a los pies de Damian, notando la expresión de cansancio.
—¿Pasó algo en casa? ¿Mamá y Claudia no molestaron a Livia, verdad? —preguntó Damian, pidiendo un informe de la situación.
—No, la señorita estuvo todo el día con Kylie y Maya, así que ni la señora Alexander ni Claudia pudieron acercarse. Aunque sí vi que Claudia lo intentó un par de veces.
Hasta ahora, todo estaba bajo control. La constante presencia de Matt en la planta baja mantenía la valentía de Claudia al mínimo.
—Muy bien. ¿Algún visitante hoy?
—El hermano menor de Livia no vino; tuvo que trabajar horas extras.
Damian imaginó instantáneamente el rostro decepcionado de su esposa. —Está bien, descansa un poco. —Acarició suavemente el hombro de Matt—. Gracias por cuidar de mi esposa.
—De nada, joven maestro.
Aunque Damian llegó tarde a casa, Matt permaneció allí hasta que desapareció escaleras arriba.
Damian encontró a Livia ya dormida bajo las cobijas. C