Brown dejó a Damian sumido en sus pensamientos. Echó un vistazo al ícono parpadeante de estrella en el celular de Damian y salió con el ceño fruncido.
Pero lo que vio frente al ascensor le cortó la respiración.
El cuerpo menudo de Livia estaba pegado contra la pared. Helena la sujetaba con fuerza de la camisa, mientras Livia forcejeaba para zafarse, inútilmente.
—¡¿Qué está haciendo?! —la voz de Brown retumbó por el pasillo mientras avanzaba con paso firme. Le agarró la muñeca a Helena y la apartó a la fuerza de la camisa de Livia—. ¡Cómo se atreve a tocar el cuerpo precioso de nuestra señorita!
Con un brusco giro de su brazo, un grito desgarró la garganta de Helena.
—¡Asistente Brown, suéltela! ¡Puede romperle el brazo! —Livia clamó, golpeándole el brazo en su desesperación—. ¡Suéltela ya!
Helena seguía gritando, su voz chillona.
—¡Suéltela ahora mismo! ¿Me escucha? —Livia gritó, presa del pánico—. ¡Asistente Brown!
Finalmente, Brown la soltó, apartando la mano con brusquedad después