Wanda estaba muy enojada cuando alguien la chocó justo antes de entrar a su ascensor privado. ¿Quién demonio se atrevía a usar su ascensor cuando sabía que ella se encontraba en la empresa?
- ¿No puedes fijarte por donde caminas intruso? – preguntó ella tratando de zafarse de los brazos de la persona que la sostenía, pero en ese momento ella levantó su vista y se encontró con la mirada encantadora de Clemente quien estaba tan sorprendido como ella.
Clemente notó cada rasgo del hermoso rostro de Wanda, ella se veía exquisita con sus ojos azules y cabello largo castaño y brillante, pero lo que más resaltaba en ella eran sus pequeños labios rojos. A la vista de Clemente ella parecía tan bella como si fuese creada a su antojo.
- ¡Wanda! – fue la única palabra que salió de la boca de Clemente, aunque quería decir algo más las palabras se negaron a salir de su garganta.
Ellos se quedaron mirándose fijamente durante unos segundos, hasta que Wanda se dio cuenta de que estaba pasando algo raro