8. Años después
DARIO
—¡González!... ¿Nuevamente tu?.
Si, nuevamente. Aunque a los guardias de seguridad de mi dulce hogar les pese trabajar, aquí estoy yo para hacerlos ganar el dinero como se debe y no como les da la gana aunque ya sé la respuesta.
Mi cuarto intento de tener libertad en estos siete años de amargura es como un diálogo memorizado y una herida que jamás va a cerrar porque ya sé la respuesta.
“No. Se le niega el derecho a cualquier beneficio, su buen comportamiento no es suficiente para que se reintegre a la sociedad, su delito fue tan atroz que usted siempre va a representar un peligro para cualquier mujer”...
Palabras que en un primer momento pesaban tanto como los grilletes que me colocan en los pies y en las manos pero que ahora me saben a nada, como lo que tengo en la vida… Nada.
—Me dieron la resolución ayer, no he hecho nada— hablo con los oficiales mientras me hacen caminar— ¿a donde me llevan?.
—El director quiere hablar contigo. Al parecer ya no eres sólo un reo especia