Prisionera De La Obsesion De SR. Brown
Prisionera De La Obsesion De SR. Brown
Por: Black Knight
1- Prólogo

Kylie Johnson

Una chica alegre, capaz de llevarse bien con casi todo el mundo. Tenía un don especial para iluminar cualquier lugar al que llegara. Su coleta alta era su sello personal—una silenciosa declaración de libertad. Su cabello, naturalmente ondulado y rebelde, solía alisarlo con devoción por el bien de su imagen y su carrera.

Kylie era una mujer segura de sí misma.

Había sido reportera en una reconocida cadena de televisión—un pasado del que aún se sentía orgullosa. Le recordaba que alguna vez había vivido con propósito, que había tenido una razón para levantarse cada mañana. Su carrera despegó con rapidez gracias a su dedicación. El trabajo era como el oxígeno para ella—esencial e irremplazable.

Todos sabían que podía ser algo torpe, pero su ética laboral y su determinación siempre eclipsaban sus defectos. Cuando salía a buscar información, se perdía por completo en la tarea. Sus artículos podían cautivar a cualquiera que los leyera. Poseía tanto talento como una voluntad inquebrantable por triunfar.

Pero todo lo que había construido—su carrera, su reputación, sus logros—desapareció como el rocío de la mañana bajo el sol abrasador.

Todo comenzó cuando aceptó una propuesta de una joven heredera, hija del dueño de la empresa.

Una mujer desesperadamente enamorada de un hombre al que jamás debió amar.

Si uno quería vivir en paz, ese hombre estaba prohibido. Incluso si fuera el último hombre sobre la Tierra, seguiría siendo más sensato mantenerse lejos. Eso creía Kylie.

Te pagaré esta cantidad.

La cifra mencionada le apretó la garganta. Era suficiente para saldar las deudas de su familia con el banco y aún le quedaría algo para empezar de nuevo.

Al final, aceptó.

Se remangó las mangas y caminó voluntariamente hacia el fuego—por el dinero que podría cambiar la vida de los suyos.

Fue ella quien puso en marcha aquel destino retorcido. Trazó plan tras plan, con las manos temblorosas que solo se calmaban cuando recordaba el motivo de todo aquello. Pero cuanto más conocía a él—el hombre al que todos llamaban una bestia sin corazón—más comprendía que también era humano. Un hombre con profundidades que pocos habían visto tras su fría fachada.

Y cuanto más se acercaba, más olvidaba por qué lo había hecho.

Hasta que un día—

—¿Así decidiste acercarte a mí? ¿Con mentiras y engaños?—

El rostro de Kylie palideció mientras su cuidadoso acto se desmoronaba ante él. Aquel día, su carrera y todo por lo que había trabajado llegaron a su fin.

El hombre la borró de su vida tan fácilmente como quien se sacude el polvo de la manga.

Huyó de la realidad y se escondió en una habitación alquilada y lúgubre. Aceptaba cualquier trabajo para sobrevivir, mientras en secreto escribía novelas en línea—el único vestigio del talento del que alguna vez se había sentido orgullosa.

Hasta que un día decidió salir de su escondite. Fue a una librería en busca de consuelo—su refugio favorito. Era el lugar más seguro, porque jamás se encontraba con nadie que la conociera.

Y aun así, en lo más profundo de su corazón, una pequeña parte de ella deseaba que alguien lo hiciera. Que alguien la reconociera, le sonriera y dijera su nombre—solo para demostrarle que no había sido olvidada.

Pero nunca ocurrió.

Tal vez de verdad había sido borrada de la memoria de todos.

Hasta que el destino decidió intervenir.

Señor Brown.

El hombre que una vez había llenado su corazón—y aquel al que se suponía debía evitar a toda costa—estaba frente a ella. Su rostro frío y su mirada penetrante no habían cambiado en absoluto. El pánico la invadió. Su primer impulso fue huir.

Pero entonces, por alguna razón, el asistente Brown le tendió su teléfono y le pidió su número.

Ese encuentro inesperado llevó a Kylie a conocer a una joven amable—alguien que, sin saberlo, comenzaría a desenredar los hilos enredados de su pasado compartido.

El Asistente Brown.

Era el asistente personal del señor Alexander—un hombre tan frío como el hielo, aunque tenía la curiosa costumbre de beber un vaso de leche tibia antes de dormir.

Brown había estado al lado de su jefe desde la infancia, dedicando toda su vida a servirle. El señor Alexander era su razón de ser.

Pero aquel día en la librería cambió ligeramente el rumbo de su destino.

La chica que creía haber borrado de su memoria había vuelto a aparecer, y de pronto se descubrió deseándola otra vez—por razones que se negaba a admitir, incluso ante sí mismo.

A medida que el destino entrelazado de ambos comenzaba a desenredarse—

Cuando el perdón por fin fue pronunciado—

Y justo cuando Brown había deslizado una pequeña caja de terciopelo en el bolsillo de su chaqueta, preparado para lo que estaba por venir—

Una sola palabra de la joven heredera lo destrozó todo.

—Brown, Livia me ama más que nunca—dijo Alexander una mañana.

—Brown, Livia me odia—dijo esa misma tarde.

Entonces, ¿cuál era la verdad, joven amo?

Brown sabía que su corazón había sido tocado por Kylie desde la primera vez que la vio, mucho antes de que todo se viniera abajo.

Pero aún tenía una promesa que cumplir.

Sus dedos rozaron la pequeña caja en su bolsillo. El camino hacia su verdadera dueña, al parecer, aún estaba lejos de terminar.

Un voto y una promesa que seguían sin cumplirse.

***

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