Capítulo 33

Mientras pensaba en todo ese asunto, pasaron por una callejuela insignificante. Damián, por costumbre miró en esa dirección. Esa calle era el atajo que él solía utilizar para ir a ver a Marguy. Alzó una ceja, curioso, al darse cuenta de un detalle:

Era la única manera que él tenía de hacerlo sin que nadie lo viera. Pues, por alguna razón que él desconocía, con excepción de Martha, a nadie le agradaba esa amistad que tenían. A Madame Lamere, menos que menos. Volvió a ver a Alba con un brillo suspicaz en los ojos que ella no percibió.

—Señorita Bernal…— la llamó en un susurro todo inocencia.

Al oírlo, Alba levantó la vista directo a él. No dijo nada, pero sus ojos le mostraron que tenía toda su atención. Además que también le hicieron notar que ella desconfiaba por su tono de voz. De modo que supo que tendría que actuar más rápido de lo esperado.

—¿Le parecería que tomemos un atajo?— dijo y, sin esperar ninguna respuesta, agregó en lo que giraba hacia el callejón — Venga por aquí, po
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