98: Tanto en común.
Quentin Dubois.
—Es oficial, es cenizas ahora —me informa Nikolai, mi mano derecha.
—No los pierdas de vista, Nikolai. He visto los muertos renacer —expreso con tono agrio mientras boto el humo de mi cigarrillo.
Nikolai responde una vez más y finalizo la llamada. Justo antes de bajar las escaleras de mi mansión, escucho el llanto de mi nieto Dereck, por lo que, escurriéndome en la habitación de mi hija Bárbara, dejo escapar un exhalo.
El pequeño Dereck llora tanto, se ve bastante rojo, lo cual me preocupa. No debería ser normal.
Echo un vistazo a Barbara y ella duerme profundamente. Al menos eso está bien. Hacía mucho que no la veía dormir así, pero esta situación me da dolor de cabeza.
Barbara no quiere que nadie además de Dakota, algunos doctores o ella, toquen al pequeño Dereck. Nunca me ha dicho sus razones pero sé que no tiene que dármelas. Sin embargo, al verla tan rendida, y al pequeño sin consuelo, no puedo quedarme de brazos cruzados.
Sin saber cómo sostenerlo, casi me doy por