Y se junto Satanas con Lucifer :(
Lauren.Al bajar del jet quedo maravillada con el clima y la calidez con que nos recibe el distrito de Molshein, Francia. Sabía que no llegaríamos a la capital ni una gran ciudad, pero realmente me gusta el lugar. Así que no puedo dejar de tomar fotografías a su estilo colonial y el verde de su naturaleza, hermosa en otoño.Kasey está a mi lado hablando en francés con el conductor y la miro con orgullo. Sé que debo proponerme hablar varios idiomas como todos los Sinclair, pues, después de todo, soy una de ellos.Dejo de tomar fotografías y veo mi fondo de pantalla. Somos Kenneth y yo el día de gracias, luciendo tan tiernos en una foto que nos tomó Kasey de forma descuidada. Se ve que nos amamos, y es perfecta.No dejo de sonreír cuando paso mi dedo por su rostro, deseando que estemos los dos juntos en esta pequeña ciudad, tomados de la mano, planeando nuestro futuro.—Ya llegamos, enamorada —bromea la morena, por lo que me río.Y es verdad, hemos llegado. La fachada de la empresa es mu
Will Sinclair.—Quien sea que lo haya contratado tiene mucho dinero —me dice el investigador—. Una identidad nueva, con un boleto para ese destino… Quería encargarse de que el tipo no fuese encontrado. Pero por suerte, lo hicimos. Aquí está toda la información, detallada para la policía.Miro la nueva identificación del hombre que manipuló el sistema eléctrico de la empresa, y me pregunto si es necesario que haga demasiado escándalo por esto.—Me gustaría que te encargaras de esto —le pido, un tanto frustrado—. Le diré a mi abogado que te acompañe. Vayan por él, haz que confiese, incluso con algún documento firmado. Luego iré con los Smith con toda la evidencia. Me devolverán todo el dinero que invertí en reparar los daños.—¿Y va a dejar que se escape Christian Smith?Bufo.—Él ya no tiene nada… —expreso, sabiendo lo sucedido con su despido.Además, sé que Sebastian está muy delicado de salud. Si acaso se entera que he metido preso a su nieto podría perjudicar su corazón. Se repetirí
Lauren.Al poner un pie en la habitación, mi corazón herido palpita, llamándolo. No sé qué haría si lo pierdo. No sé qué haría si no logra superar esto.—Hola, Ken… —saludo, conmocionada, sentándome a su lado, sosteniendo su mano—. Mi amor tú… Vas a estar bien —lo convenzo—. La cirugía salió bien, solo… Tienes que ser fuerte, Ken… Por favor lucha… Por tu familia, por mí… —le suplico.Las lágrimas salen sin poder detenerlas. Verlo aquí en esta camilla, con todos estos aparatos, es la cosa más horrible que he visto en mi vida.Kenneth llegó inconsciente al hospital, tuvieron que operar un coagulo de sangre en su cerebro producido por el accidente. Salió de cirugía hace seis horas, y no fue hasta ahora que me permitieron verlo.Kasey no duró mucho tiempo desmayada. Recobró la cordura y rápidamente fuimos al aeropuerto, para que le jet nos llevara directo a Montreal. Fueron las cuatro horas de vuelo más horribles de nuestras vidas. No nos soltamos la mano en ningún momento.Pero lo peor
Will Sinclair.—Señor Sinclair, necesito hablar con usted —me dice uno de los guardaespaldas.Sí. Tuve que verme en la obligación de contratar a tres guardaespaldas, con las instrucciones de que tengan siempre un estilo casual alrededor de mi familia, aunque ya mi familia sabe de su presencia. Dos de ellos vigilan cerca la habitación de Kenneth por si alguien viene a terminar con su vida, mientras que otro sigue a Lauren a donde vaya.—¿Sucedió algo? —Me froto la sien.El hombre me aleja de mi familia, llevándome a otro pasillo.—Hace dos días vi a dos hombres frecuentar el pasillo… Hoy volvieron a aparecer, justo cuando anunciaron el coma de su hijo, se fueron después de que escucharon que responde a los estímulos. No pude tomar fotografías, pero parecían hombres de Quentin.Mi piel se eriza. Era lo que temía, que el maaldito quisiera asegurarse que estuviera muerto.—Si tienes más amigos, duplica la seguridad, hablaré con el doctor para agilizar el traslado.Él asiente, y luego teng
Lauren Mitchell.Una vida tranquila, un empleo con buena paga, apoyar a mi madre, ahorrar para pagar mi carrera universitaria… Eso era todo lo que deseaba; pero hay cosas en la vida que pasan sin planearlas.Como un fuerte huracán que arrasa con la más estable de las estructuras, así era él para mí. Destruyendo cada línea que jamás le hubiese permitido si quiera ver a otros hombres; pisando mis terrenos sombríos, y apropiándose de ellos, para plantar fuertes árboles coloridos; con raíces que ni siquiera su mismo huracán tenía la fuerza de arrancar.—Lauren, dime la hora.Tomé el teléfono en mi bolsillo, y al verificar, suspiré.—Solo diez minutos para que su familia llegue, señor Sinclair —avisé, subiéndolo con cautela a su silla de ruedas—. ¿Qué va a pensar su familia cuando vea que es medio día y ni siquiera ha desayunado?El señor Sinclair soltó una áspera risa mientras lo llevaba hacia el ascensor de su mansión para bajar a la primera planta.—No te echarán la culpa a ti, cariño.
Lauren.—He terminado, Lauren.Apenas escuché el grito del señor Sinclair en el baño, me levanté de la cama rápidamente. Sin embargo, antes de que pudiera abrir la puerta, su nieto apareció, inundando mis fosas nasales con su encantador perfume. Me dejó sorprendida su rapidez y la forma en que me vio, para decir:—De ahora en adelante yo me encargo de atenderlo en el baño, y cambiarlo.Quise abrir la boca para refutar, pero el moreno simplemente se adentró, dejándome paralizada. Luego escuché al señor Sinclair preguntar por mí, y respiré profundo.No iba a dejar que me dominara.Él no había cumplido un jodido día en la mansión y quería quitarme mi empleo. Mi sangre hervía cada que lo veía por allí, cazándome como una presa, receloso, como si yo quisiera hacerle algún daño a su abuelo.¿Acaso era idiota? Tenía muchas cosas para decirle.Me había dado cuenta que frente a su abuelo, era cortes, amable, conmigo, pero cuando no, en tan solo pocas horas, me hablaba con ese tono demandante, u
Kenneth Sinclair.Desperté muy temprano para salir a trotar. Me aseguré de ir por el camino principal, evitando el atajo que de adolescente solía tomar, pues solía vivir en la mansión Sinclair con mis padres.Ya estaba lo suficientemente claro cuando llevaba medio kilómetro recorrido. Mis airpoids reproducían música de Artic Monkeys, que me hacía el camino ligero. Y pronto algunas mujeres que seguramente no tenía tiempo de ir al gimnasio por ser amas de casa, se unieron detrás de mí, por lo que troté hacia atrás para hacer saber que me gustaría ir a su ritmo. Y una vez que me encontré con ellas, las detallé.Pude darme cuenta que tres de ellas eran madres, e incluso había una adolescente de al menos quince años que debería estar preparándose para la escuela.Conocía a una de esas tres mujeres del vecindario, así que no tardé en entablar conversación a medias, intentando descifrar cuál de las tres tenía más problemas con su marido y así poderla llevar a mi cama en el futuro.Debía ser
Lauren.La mirada del moreno no se apartaba de mí mientras íbamos en la limusina. El señor Sinclair estaba conversando de forma amena con su chofer de confianza, Dick, mientras su nieto fingía estar concentrado en su teléfono, pero lo sentía, simplemente me estaba mirando.Podía darme cuenta que no me miraba porque tuviera interés en mí, sino porque intentaba hacerme sentir incomoda. Y estaba frustrada por mantener el control. De no ser el nieto de mi jefe lo habría sacado por la ventana. Aunque sacar su enorme cuerpo sería difícil para mí.Me sentí nerviosa cuando se arrimó un poco al medio del largo asiento y se inclinó para hablar.—Abuelo, ¿de qué amigos hablas? ¿Nuestros socios en Miami o tus amigos de la universidad?—Los de la universidad —respondió, y luego mi jefe giró un poco la cabeza para verme desde su asiento—. Por cierto, cariño. ¿A qué no adivinas quién me dijo Sebastian que iría?Sentí mi estómago revolverse.—No hace falta que me lo diga —respondí para rodar los ojos